15-"Extraña amabilidad"- Scott

1.1K 75 4
                                    

El resto de la semana transcurrió sin incidentes. Aunque aún no aceptaba por completo el que Liam se hubiera marchado, y por alguna razón sentía la necesidad de verlo; tenía que aceptar que lo extrañaba.

Edward Cullen no volvió a la escuela.

Todos los días vigilaba la puerta con deseos de ver a Liam, pero en vez de eso veía como los Cullen entraban en la cafetería sin Edward. Entonces podía relajarme y participar en la conversación que, por lo general, versaba sobre una excursión a La Push Ocean Park para dentro de dos semanas, un viaje que organizaba Max. Me invitaron y accedí a ir, más por ser cortés que por placer. Las playas deben ser calientes y secas.

Cuando llegó el viernes, yo ya entraba con total tranquilidad en clase de Química sin preocuparme de si Edward estaría allí. Hasta donde sabía, había abandonado la escuela. Intentaba no pensar en ello, pero no conseguía reprimir del todo la preocupación de que fuera el culpable de su ausencia, por muy ridículo que pudiera parecer.

Mi primer fin de semana en Forks pasó sin acontecimientos dignos de mención, hasta el momento nadie sabía de mi secreto. Mamá no estaba acostumbrada a quedarse en una casa habitualmente vacía, y lo pasaba en el trabajo. Limpié la casa, avancé en mis deberes y escribí a Kira varios correos electrónicos. El sábado fui a la biblioteca, pero tenía pocos libros, por lo que no me molesté en hacerme la tarjeta de socio. Pronto tendría que visitar Olympia o Seattle y buscar una buena librería. Me puse a calcular con despreocupación cuánta gasolina consumiría el auto de mamá y el resultado me produjo escalofríos.

Durante todo el fin de semana cayó una lluvia fina, silenciosa, por lo que pude dormir bien.

Mucha gente me saludó en el estacionamiento de la escuela el lunes por la mañana, no recordaba los nombres de todos, pero le sonreí a todo el mundo. En clase de Literatura Universal, fiel a su costumbre, Max se sentó a mi lado. El profesor nos puso un examen sorpresa sobre la Ilíada. Era fácil, sin complicaciones.

En general, a aquellas alturas me sentía mucho más a gusto de lo que había creído. Más satisfecho de lo que hubiera esperado jamás.

Al salir de la clase, el aire estaba lleno de remolinos blancos. Oí a los compañeros dar gritos de júbilo. El viento me cortó la nariz y las mejillas.

- ¡Vaya! -Exclamó Max- Nieva.

Estudié las pelusas de algodón que se amontaban al lado de la banqueta y, arremolinándose erráticamente, pasaban junto a mi cara.

- ¡Uf!

Nieve. Mi gozo en un pozo. Max se sorprendió.

- ¿No te gusta la nieve Scott?

-No. Significa que hace demasiado frío incluso para que llueva. Además, pensaba que caía en forma de copos, ya sabes, que cada uno era único y todo eso. Éstos se parecen a los extremos de los bastoncillos de algodón.

- ¿Es que nunca has visto nevar? -me preguntó con incredulidad.

-¡Sí, por supuesto! -Hice una pausa y añadí-: En la tele.

Max se rió. Entonces una gran bola húmeda y blanda impactó en su nuca. Nos volvimos para ver de dónde provenía. Sospeché de Stiles, que andaba en dirección contraria, en la dirección equivocada para ir a la siguiente clase. Era evidente que Max pensó lo mismo, ya que se acuclilló y empezó a amontonar aquella papilla blancuzca.

-Te veo en el almuerzo, ¿vale? -continué andando sin dejar de hablar- Me refugio dentro cuando la gente se empieza a lanzar bolas de nieve.

Conquistaste mi corazón  [Sciam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora