7. Distopía

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Me encontraba furioso.

Estaba en el salón, sentado, pegando puñetazos a la mesa y maldiciendo mi suerte.

Había echado a Mika no sólo de mi casa, sino también de mi vida. Eso era lo que había decidido. Aún así, ¿por qué me dolía tanto?

Se aprovechó de mí cuando estaba con la guardia baja y me besó. ¡Fue él! Suya es toda la culpa. Sin embargo, ¿qué era aquel sentimiento nostálgico? ¿Apenas lo conocía y ya lo echaba de menos? Era patético.

Lo mejor sería olvidarse del asunto.

Me levanté del sofá y me preparé un sándwich. Mientras comía, no pude evitar pensar en Mika.

- Yo... - murmuré para mí mismo - Le dije un montón de cosas horribles. Quizás​ deba disculparme... ¡¡NO!! - exclamé - ¡Es su culpa por intentar violarme! ¡Yo no quería besarlo, fue el el que se lanzó! - concluí - Pero... yo continué con el beso... Pffff - suspiré - Da igual. De todos modos se merece todo lo que le he dicho, por pervertido. Y tampoco es que sea el fin del mundo, no dije ninguna mentira. No creo que le importe.

Terminé de comerme los restos del sándwich y caminé hacia mi cuarto. Cuando estaba abriendo la puerta sonó el timbre. Extrañado, fui a ver quién era.

La abrí y me encontré con un hombre alto y delgado, con el pelo grisáceo y la piel pálida. A decir verdad me recordaba en cierto modo a Mikaela... Estaba obsesionado.

- P-Perdone, ¿quién es usted? - pregunté algo descolocado -.

- Ah, lo siento. Pensé que abriría Shinya. Me llamó Ferid, soy amigo de tu padre. ¿No se encuentra en casa? - preguntó mientras miraba a todos lados del interior -.

- No, ha salido - respondí tajante y me coloqué delante suya de manera que no pudiera seguir espiando tan descarado. No sabía quién era ese hombre y, la verdad, no tenía un aspecto fiable -.

- Bueno, pues si vuelve dile que he hablado con mi hijo y que he confirmado que no hay de qué preocuparse.

- ¿Sólo eso? - pregunté -.

- Sí - respondió -.

- Está bien. Ahora váyase.

- Vale, pero recuerda decírselo; es importante.

En cuanto terminó de hablar cerré la puerta en sus narices. Parecía un hombre sospechoso. Sin embargo, ¿por qué conocía a mi padre? ¿Y quién era ese hijo suyo? Joder... Estas cosas sólo me pasan a mí.

- Demasiado por hoy, necesito desconectar - me dije -.

Subí las escaleras hasta mi habitación y entré en ella. Me tumbé y miré el móvil. Como no había nada interesante que hacer, me dormí.

Desperté sobresaltado por un ruido en la cocina. Al poco reconocí la voz de mi "madre" Shinya y me tranquilicé.

Estaba hablando con alguien. Supongo que por teléfono, ya que no llegaba a oír ninguna contestación.

Me incorporé instintivamente, me acerqué a la puerta y puse mi oído en ella, tratando de escuchar lo que decía.

- ...¿y dices que ya no hay de qué preocuparse? - decía Shinya - ¿Qué ha pasado?

Mientras esperaba a la respuesta del otro, pensé en que el que estaba al lado contrario del teléfono debía ser Ferid.

- Ajá... Ya, ya veo... Entonces, dices que volvías del trabajo... ¿y te lo encontraste llorando? ¿A tu hijo? ¿Por qué?

- ¿Eh? ¿De quién están hablando? - pensé - ¿El hijo de Ferid? ¿Llorando?

- ¿Yuu? No... No creo... Bueno, independientemente de lo que haya o no hecho, ya no hay peligro de que lo sepan. Con eso es suficiente.

Creo que te Amo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora