16. Primera Llave

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Me encontraba delante de la puerta que me separaba del interior de aquella inmensa nave abandonada. Me temblaban las piernas, notaba la garganta reseca y cómo las gotas de un sudor frío se deslizaban por mi frente. A mí espalda, una mochila negra con el dinero para el intercambio. No era suficiente, ni siquiera se acercaba a la cantidad acordada, pero algo había que hacer y yo esperaba que al menos calmara al secuestrador y le diera a entender que tenía intención de pagar la deuda. Había ignorado las advertencias de Ferid y Krul, pero eso no me importaba, tenía que encontrar a Mika fuera como fuera.

Apoyé mi mano derecha sobre la puerta oxidada con cuidado y la acaricié, soltando un gran suspiro. Empujé un poco y se abrió. Una corriente de aire frío salió de la nave y me golpeó en el rostro.

- Ya voy, Mika-kun - me dije -.

Entré decidido, noté cómo la puerta se cerró detrás mía y me asusté, pero trate de conservar la calma. Comencé a andar por el lugar usando el móvil a modo de linterna. Me fijé en que no había cobertura, pero no le di importancia. Di algunos pasos en línea recta hasta que pude ver algo: allí, delante mía, había una especie de jaula con barrotes de hierro donde no cabría una persona de pie. Pude distinguir una puerta en el lateral y fui hacia ella sin vacilar. Tragué saliva y me convencí de que no se cerraría tras de mí de nuevo.

Al entrar caminé lo que me dio cabida la diminuta prisión y encontré varios objetos desparramados, como un recipiente metálico con un trozo de pan seco y un vaso de agua derramado, una tela en el suelo que parecía hacer las veces de cama, un cubo donde haría sus necesidades e incluso unas pinzas de batería de coche.

- ¿Qué habrá tenido que pasar Mika aquí? - susurré - No quiero ni imaginarlo - apreté el puño con fuerza y cerré los ojos tratando de contenerme -.

Salí de la jaula y me decidí a seguir investigando por las instalaciones. No había mucho más que ver: una silla situada delante de la jaula. Junto a ella, una pequeña linterna rota, cuerdas, una batería con cables y, en el suelo, un estrecho reguero de agua que pasaba por encima de gotas de sangre.

- Espera - me detuve - El agua corre por encima de la sangre - me dije a mí mismo -, si sigue ahí es porque está seca - me agaché a verla más de cerca -. El agua es posterior.

Algo hizo "click" en mi cabeza y, sin pensármelo dos veces, fui hacia la fuente del agua, que resultó ser un grifo viejo situado en una pared de la nave. Al no encontrar nada prometedor seguí la corriente para ver dónde llegaba. Estaba seguro de que eso me llevaría a Mika, no sabía cómo, pero tenía una corazonada.

Seguí caminando hasta que llegué a un pequeño desagüe en el centro del edificio, me puse de rodillas y lo examiné. Al momento me di cuenta de que algo reflejaba la luz del móvil con más intensidad que el agua, así que metí mi mano como pude en el hueco del desagüe. En lugar de una rata o una cucaracha, lo que saqué, afortunadamente, fue una llave con la palabra "Bienvenido" grabada en el cabezal.

- Qué educado - pensé -, pero si hay una llave a la fuerza debe haber una puerta.

Y así era, en la pared contraria a la del grifo había una puerta blanca de oficina con cerradura en el picaporte. Cerré los ojos y recé por que encajara. Introduje la llave y la giré, sonando así un "click" que me devolvió a la vida.

Empujé la puerta con cuidado y encontré una sala diseñada como el interior de una casa: estanterías, mesas, sillas, e incluso un tablero de ajedrez vacío. A mi izquierda, otra puerta pero esta vez con contraseña; en frente, otra más grande con tres cerrojos.

- No va a ser tan fácil - suspiré -.

Me adentré en aquella gran habitación y la puerta de oficina se cerró detrás mía, intenté abrirla desde dentro, pero algo lo impidió.

Registré las sillas y estanterías de la habitación y nada, solo polvo y libros viejos. Me acerqué a la mesa de escritorio situada al frente, al lado de la puerta grande, en él hallé dos cajones: uno con un candado de tres números y el otro con una cerradura común. Me acordé de la llave del desagüe, que seguía colocada en el picaporte e intenté abrir el cajón de abajo con la llave: éxito.

Del cajón saqué varias piezas de un puzle. Las armé y vi que representaba un mapa antiguo. Rebusqué en el mismo cajón y del fondo pude extraer un puntero láser y una nota: "El láser muestra el camino a la Primera Llave".

- Quien se haya tomado la molestia de prepararme todo este circo no tiene muchos amigos - relaté -.

Busqué por la habitación y encontré el susodicho mapa colgado de la pared. Lo palpé buscando alguna señal y encontré una pequeña hendidura donde cabría perfectamente mi dedo... O un láser.

Coloqué cuidadosamente el puntero en el orificio y lo encendí: señalaba directamente a la puerta con contraseña. Me acerqué a ella y me fijé en un mensaje con lápiz encima del teclado numérico que antes había pasado por alto. Decía "Feliz Cumpleaños". Me apresuré a poner el cumpleaños de Mika: marqué "cero, uno, cero, cinco" y nada.

- ¿El mío? - pensé -.

"Uno, seis, uno, cero", sonó un "click" que me dio a entender que esa era la contraseña. La puerta se abrió.

- Desde hoy ese sonido va a ser mi tono de llamada - dije aliviado -.

La nueva sala era bastante más pequeña que la anterior, solo tenía una cama al fondo, una mesita de noche, una estantería y una cómoda cerrada con llave. Sin embargo era mucho más luminosa, tanto que hasta molestaba a la vista. Me dirigí sin pensarlo a la cama y busqué por debajo, quité las sábanas y sacudí la almohada, pero nada. Fui a la estantería y encontré un par de libros colocados en el centro: "El Lobo Estepario" y "Crónica De Una Muerte Anunciada"; los aparté y un interruptor rojo salió a la luz. Me lo pensé un par de veces antes de darle, pero no tenía mucho tiempo y no paraba de pensar en Mika con cada puerta que abría. Finalmente lo pulsé y durante unos segundos no ocurrió nada, luego, la luz de la habitación se apagó.

- ¡Mierda! - exclamé - ¡Ahora no veo nada!

Me dispuse a sacar el móvil cuando vislumbré una firme luz roja que dibujaba una línea recta desde la puerta hasta la pared. "El láser muestra el camino hacia la Primera Llave". Corrí hacia la pared y me fijé en el punto exacto en el que el láser parecía centrarse, parecía una pared normal y corriente pero al golpearla con los nudillos comprobé que estaba hueca. De una patada rompí la falsa pared que dejaba a la vista una salita a oscuras con una pequeña caja de madera en el centro, sobre un pedestal. La cogí sin vacilar y al abrirla comprobé que dentro se hallaba la Primera Llave.

- Ya solo quedan dos - dije - Mika-kun, espérame, vengo a buscarte.

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