18. Revelación

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Empujé la puerta y cedió sin apenas oponer resistencia, al abrirse pude ver un largo pasillo a oscuras, encendí la linterna del móvil y pude distinguir una única puerta al fondo del corredor, caminé hacia ella con el corazón en un puño y posé mi mano en el pomo. Sentía que detrás de aquella puerta encontraría al fin a Mika y, sinceramente, no me importaba el precio que tuviera que pagar por volver a verlo. Cerré los ojos con fuerza y giré la manilla, haciendo que tuviera vía libre.

Abrí los ojos y entre en aquella habitación a oscuras, a mí izquierda había un interruptor, así que lo pulsé y la luz iluminó toda la sala. Era un gran salón de estilo clásico, con sofás de terciopelo rojo y mesa baja de madera a la izquierda, a la derecha un mini-bar con barra incluída donde predominaban las botellas de whisky, al frente de la habitación, una descomunal mesa de despacho con un sillón dado la vuelta. Tuve un presentimiento y me acerqué al sillón lo más rápido que pude, lo giré y allí, amordazado e inconsciente estaba la persona a la que más deseaba ver.

- M-Mi... M-Mika-kun - sollocé - ¿Estás bien? - al ver que no respondía comencé a darle palmaditas en los mofletes a la vez que repetía su nombre una y otra vez - ¡Mika-kun! ¡Soy yo, Yuu! ¡He venido a sacarte de aquí, ¿me oyes?! ¡He venido a salvarte!

- Muy bonitas palabras, sí señor - oí como alguien aplaudía a mi espalda - Espero que te haya gustado mi jueguecito de ahí detrás, me he esforzado mucho - Me volteé y mi mayor pesadilla se hizo realidad: era él, vestido con un esmoquin y llevando una navaja en la mano - ¿Qué ocurre? - dijo - ¿Tengo monos en la cara?

- ¡TÚ! ¡CABRÓN, ¿QUÉ LE HAS HECHO A MIKA?!

- Ah, si es por él no debes preocuparte, solo está inconsciente, despertará en unos minutos. Por quien deberías preocuparte es por ti - el esbelto hombre se guardó el cuchillo en el bolsillo delantero del pantalón, se acercó al mini-bar y se sirvió una copa de whisky -.

- ¿P-Por mí? ¿A qué te refieres?

Aquel hombre solo rió y negó con la cabeza.

- Sabes quién soy, ¿cierto? - dijo con notoria superioridad -.

- Por supuesto, eres el dueño del orfanato de donde ambos venimos.

- ¡Ding, dong! ¡Respuesta correcta! - soltó una carcajada - Pero eso no es todo, también soy... - no terminó la frase dejando que fuera yo quien lo hiciera -.

- ... Traficante de bebés robados, lo sé.

- Yo prefiero llamarlo "buscar un hogar para niños pequeños e indefensos", pero sí, básicamente es eso - sonrió - Entonces ya sabes de dónde vienes, ¿no es así?

- Nos quitaste de las manos de nuestros padres biológicos y nos mantuviste en tu orfanato esperando a alguien a quien engañar.

- Eso es cierto... - dio un sorbo a su whisky - ... Pero no es toda la verdad.

De repente noté una presión en la zona posterior de mi pierna, me giré y vi a Mika con los ojos abiertos como platos, dirigiéndome una mirada de puro terror que me puso los pelos de punta.

Me arrodillé delante del rubio y conseguí quitarle la mordaza y lo desaté, se desplomó encima mía pero pude reaccionar a tiempo y agarrarlo.

- Y...Y... Yuu... chan - susurraba - Yuu-chan... T-Ten cuidado... No sabes de lo que es capaz...

- Oh, así que ya se ha despertado el Bello Durmiente, ¿eh? - sorbió su bebida -  Pues quizá sea hora de quitarnos las máscaras - esbozó una sonrisa que llenó cada rincón de su inquietante cara - Lo creáis o no, todas las cosas de este mundo se mueven por dinero: las economías, los países, las culturas e incluso las vidas; los negocios son lo que nos mantienen a flote y los que nos permiten determinar quién es o no apto para continuar en este mundo. ¿Habéis oído hablar de la ley del más fuerte? Solo los indicados sobreviven, es evolución, selección natural. Si controlas el dinero, controlas el poder, es ley de vida, por eso yo he tenido que hacerme fuerte, para poder sobrevivir.

Creo que te Amo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora