31. Cedric Diggory

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Al  día siguiente tras ayudar a los gemelos con la posion envejesedora junto con Lee Jordan, estábamos camino al Gran Comedor para cenar. Llegamos al vestíbulo, abarrotado ya de gente que hacía cola para entrar a cenar. Acabábamos de ponernos en la cola cuando escuchamos una voz estridente a nuestras espaldas:

—¡Weasley! ¡Eh, Weasley!

Harry, Ron y Hermione -Que habían llegado junto con nosotros al vestíbulo- se volvieron. Malfoy, Crabbe  y Goyle estaban ante ellos, muy contentos por algún motivo.

—¿Qué? —contestó Ron lacónicamente.

—¡Tu padre ha salido en el periódico, Weasley!  —anunció Malfoy, blandiendo un ejemplar de  El Profeta  y hablando muy alto, para que todos cuantos abarrotaban el vestíbulo pudieran oírlo—. ¡Escucha esto!

MÁS ERRORES EN EL MINISTERIO DE MAGIA

Parece que los problemas del Ministerio de Magia no se acaban, escribe Rita Skeeter, nuestra enviada especial. Muy cuestionados últimamente por la falta de seguridad evidenciada en los Mundiales de quidditch, y aún incapaces de explicar la desaparición de una de sus brujas, los funcionarios del Ministerio se vieron inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.

Malfoy levantó la vista.

—Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad?  —dijo exultante.

Todo el mundo escuchaba en el vestíbulo. Con un floreo de la  mano, Malfoy volvió a alzar el periódico y leyó:

Arnold Weasley, que hace dos años fue castigado por la posesión de un coche volador, se vio ayer envuelto en una pelea con varios guardadores de la ley muggles (llamados «policías») a propósito de ciertos  contenedores de basura muy agresivos. Parece que el señor Weasley acudió raudo en ayuda de  Ojoloco  Moody, el anciano ex auror que abandonó el Ministerio cuando dejó de distinguir entre un apretón de manos y un intento de asesinato. No es extraño que, habiéndose personado en la muy protegida casa del señor Moody, el señor Weasley hallara que su dueño, una vez más, había hecho saltar una falsa alarma. El señor Weasley no tuvo otro remedio que  modificar varias memorias antes de escapar de la  policía, pero rehusó explicar a El Profeta  por qué había comprometido al Ministerio en un incidente tan poco digno y con tantas posibilidades de resultar muy embarazoso.

—¡Y viene una foto, Weasley!  —añadió Malfoy, dándole la vuelta al periódico y levantándolo—. Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no  crees?

Ron temblaba de furia. Todo el mundo lo miraba.

—Métetelo por donde te quepa, Malfoy  —dijo Harry—. Vamos, Ron...

—¡Ah,  Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad?  —dijo Malfoy con aire despectivo—. Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?

—¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy?  —preguntó Harry. Tanto él como nosotros  sujetabamos a  Ron por la túnica para impedir que se lanzara contra Malfoy—. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?

El pálido rostro de Malfoy se puso sonrosado.

—No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.

—Pues mantén cerrada tu grasienta bocaza  —le contestó Harry, dándose la vuelta.

¡BUM!

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