36. Los campeones

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-Espero que salga Angelina -dijo Fred mientras Harry, Ron y Hermione se sentaban.

-¡Yo también! -exclamó Hermione-. ¡Bueno, pronto lo sabremos!

Como todos cuantos nos encontrabamos en el Gran Comedor -a juzgar por los cuellos que se giraban continuamente, las expresiones de impaciencia, las piernas que se movían nerviosas y la gente que se levantaba para ver si Dumbledore ya había terminado de comer-, yo sólo deseaba que la cena terminara y anunciaran quiénes habían quedado seleccionados como campeones.

Por fin, los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado. Se produjo cierto alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando Dumbledore se puso en pie. Junto a él, el profesor Karkarov y Madame Maxime parecían tan tensos y expectantes como los demás. Ludo Bagman sonreía y guiñaba el ojo a varios estudiantes. El señor Crouch, en cambio, no parecía nada interesado, sino más bien aburrido.

-Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión -anunció Dumbledore-. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado -indicó la puerta que había detrás de su mesa-, donde recibirá las primeras instrucciones.

Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacia daño a los ojos. Estoy segura que todos mirabamos, expectantes. Algunos consultaban los relojes.

-De un instante a otro -susurró Lee Jordan, dos asientos más allá de Harry.

De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogamos un grito.

Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.

-El campeón de Durmstrang -leyó con voz alta y clara- será Viktor Krum.

-¡Era de imaginar! -gritó Ron, al tiempo que una tormenta de aplausos y vítores inundaba el Gran Comedor.
Vi a Krum levantarse de la mesa de Slytherin y caminar hacia Dumbledore. Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.

-¡Bravo, Viktor! -bramó Karkarov, tan fuerte que todo el mundo lo oyó incluso por encima de los aplausos-. ¡Sabía que serías tú!

Se apagaron los aplausos y los comentarios. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.

-La campeona de Beauxbatons -dijo Dumbledore-es ¡Fleur Delacour!

-¡Es ella, Ron! -gritó Harry, cuando la chica que parecía una veela se puso en pie elegantemente, sacudió la cabeza para retirarse hacia atrás la amplia cortina de pelo plateado, y caminó por entre las mesas de Hufflepuff y Ravenclaw.

-¡Mirad qué decepcionados están todos! -dijo Hermione elevando la voz por encima del alboroto, y señalando con la cabeza al resto de los alumnos de Beauxbatons.

-A de estar pensando «Tomense esa perras, soy la campeona» - Dije provocando risas de parte de los de la mesa.

Dos de las chicas que no habían resultado elegidas habían roto a llorar, y sollozaban con la cabeza escondida entre los brazos.

Cuando Fleur Delacour hubo desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts...

Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.

-El campeón de Hogwarts -anunció- es ¡Cedric Diggory!

-Ok, el esta pensando...  «Además de hermoso, soy el campeón» -Todos volvieron a reír ya que lo dije lo suficiente fuerte para que me escucharán algunos.

-¡No! -dijo Ron en voz alta, pero sólo lo escuche yo; el jaleo proveniente de la mesa de al lado era demasiado estruendoso. Todos y cada uno de los alumnos de Hufflepuff se habían puesto de repente de pie, gritando y pataleando, mientras Cedric se abría camino entre ellos, con una amplia sonrisa, y marchaba hacia la sala que había tras la mesa de los profesores. Naturalmente, los aplausos dedicados a Cedric se prolongaron tanto que Dumbledore tuvo que esperar un buen rato para poder volver a dirigirse a la concurrencia.

-¡Estupendo! -dijo Dumbledore en voz alta y muy contento cuando se apagaron los últimos aplausos-. Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos ustedes, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, daran a sus respectivos campeones todo el apoyo que puedan. Al animarlos, todos contribuirán de forma muy significativa a...

Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido.

El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas. Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otros trozos de pergamino.

Dumbledore alargó la mano y los cogió. Los extendió y miró los nombres que habían escritos en ellos. Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló los trozos de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba. Finalmente, Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta:

—Harry Potter.

—El esta pensando «¿Es enserio?, ¿No puedo tener un año en paz?» —Los gemelos rieron ante mi comentario, éramos los únicos que reían ya que todos estaban en shock.

—Samantha Petters —Dijo leyendo en otro trozo de pergamino que tenía en la mano y aún en shock; yo para de reír al momento.

Estábamos muertos.

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