32. Es ella

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Cuando llegamos al vestíbulo nos juntamos los cuatro con Hermione, Harry y Ron, no pudimos pasar debido a la multitud de estudiantes que estaban arremolinados al pie de la escalinata de mármol, alrededor de un gran letrero. Fred y George, los más altos de los siete, se pusieron de puntillas para echar un vistazo por encima de las cabezas de la multitud, y leyeron en voz alta el cartel:

TORNEO DE LOS TRES MAGOS

Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.

—¡Estupendo!  —dijo Harry—. ¡La última clase del viernes es Pociones! ¡A Snape no le dará tiempo de envenenarnos a todos!

—¿Envenenados?

—Luego te lo cuento.

Los estudiantes deberán llevar sus libros y mochilas a los dormitorios y reunirse a la salida del castillo para recibir a nuestros huéspedes antes del banquete de bienvenida.

—¡Sólo falta una semana!  —dijo emocionado Ernie Macmillan, un alumno de Hufflepuff, saliendo de la aglomeración—. Me pregunto si Cedric estará enterado. Me parece que voy a decírselo...

—¿Cedric?  —dijo Ron sin comprender, mientras Ernie se iba a toda prisa.

—Diggory  —explique—. Quiere participar en el  Torneo.

—¿Ese idiota, campeón de Hogwarts?  —gruñó Ron mientras se abrían camino hacia la escalera por entre la bulliciosa multitud.

—No es idiota. Lo que  pasa es que no te gusta porque venció al equipo de Gryffindor en el partido de quidditch  —repuso Hermione—. He oído que es un estudiante realmente bueno. Y es prefecto.

Lo dijo como si eso zanjara la cuestión.

—Sólo te gusta porque es guapo  —dijo Ron mordazmente.

—Perdona, a mí no me gusta la gente sólo porque sea guapa  —repuso Hermione indignada.

Ron fingió que tosía, y su tos sonó algo así como: «¡Lockhart!»

—Aparte, Cedric es muy bueno.

—¿Conoces a Diggory? —Preguntaron los gemelos al unísono.

—Si, la otra vez estaba perdía y lo encontré.

El cartel del vestíbulo causó un gran revuelo entre los habitantes del castillo. Durante la semana siguiente, y fuera donde fuera, no había más que un tema de conversación: el Torneo de los tres magos. Los rumores pasaban de un alumno a otro como gérmenes altamente contagiosos: quién se iba a proponer para campeón de Hogwarts, en qué consistiría el Torneo, en qué se diferenciaban de ellos los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang...

Note, además, que el castillo parecía estar sometido a una limpieza especialmente concienzuda. Habían restregado algunos retratos mugrientos, para irritación  de los retratados, que se acurrucaban dentro del marco murmurando cosas y muriéndose de vergüenza por el color sonrosado de su cara. Las armaduras aparecían de repente brillantes y se movían sin chirriar, y Argus Filch, el conserje, se mostraba tan feroz  con cualquier estudiante que olvidara limpiarse los zapatos que aterrorizó a dos alumnas de primero hasta la histeria.

Los profesores también parecían algo nerviosos.

—¡Longbottom, ten la amabilidad de no decir delante de nadie deDurmstrang que no eres  capaz de llevar a cabo  un sencillo encantamiento permutador!  — Imitó Ron el gritó de la profesora  McGonagall cuando nos contaba que al final de una clase especialmente difícil en la que Neville se había equivocado y le había injertado a un cactus sus propias orejas.

Una Princesa Con Poderes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora