35. Línea de edad

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Cuando me levanta fui a el dormitorio donde dormía para cambiarme y bajar al Gran Comedor para desayunar ya que hoy era sabado. Una vez el la Sala Común decidí esperar a los gemelos y a Lee para ir a desayunar. Cuando bajaron nos fuimos a desayunar.

-Sam y yo ayer buscamos la receta de el poción envejecedora, hoy la tendremos que hacer.

-Ya la ise yo -Los tres me dedicaron una mirada queriendo que las explicará cuando y antes de que pudieran decir algo hable -. No pude pagar el ojo en toda la noche así que decidí hacerla para despejar mi mente. Vamos al baño para que las muestre la poción.

-¿Es por lo de tu hermano?

-Si, pero ya me siento mejor. Gracias por preocuparte George.

Fuimos al baño donde Harry me dijo que isieron una poción multijugos en segundo año. Al llegar hay, los tres se tomaron una gota cada uno. Regresamos al Gran Comedor y bajaron los tres las escaleras algo nerviosos mientras yo los seguía por detrás, nos pusimos donde estaba Harry, Herms y Ron.

-Ya está -les dijo Fred en tono triunfal-. Acabamos de tomárnosla.

-¿El qué? -preguntó Ron.

-La poción envejecedora, cerebro de mosquito -respondió Fred.

-Una gota cada uno -explicó George, frotándose las manos con júbilo-. Sólo necesitamos ser unos meses más viejos.

-Si uno de nosotros gana, repartiremos el premio entre los cuatro ya que Sam nos ayudó en la poción -añadió Lee, con una amplia sonrisa. Mione, Ron y Harry me volteron a ver queriendo decir que estaba loca al ayudarlos pero sólo me encoji de hombros.

-No estoy muy convencida de que funcione, ¿sabéis? Seguro que Dumbledore ha pensado en eso -les advirtió Hermione.

Fred, George y Lee no le hicieron caso.

-¿Listos? -les dijo Fred a los otros dos, temblando de emoción-. Entonces, vamos. Yo voy primero...

Observe, fascinada, cómo Fred se sacaba del bolsillo un pedazo de pergamino con las palabras: «Fred Weasley, Hogwarts.» Fred avanzó hasta el borde de la línea y se quedó allí, balanceándose sobre las puntas de los pies como un saltador de trampolín que se dispusiera a tirarse desde veinte metros de altura. Luego, observado por todos los que estaban en el vestíbulo, tomó aire y dio un paso para cruzar la línea.

Durante una fracción de segundo, creimos que el truco había funcionado. George, desde luego, también lo creyó, porque profirió un grito de triunfo y avanzó tras Fred. Pero al momento siguiente se oyó un chisporroteo, y ambos hermanos se vieron expulsados del círculo dorado como si los hubiera echado un invisible lanzador de peso. Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un «¡plin!» y a los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca.

En el vestíbulo, todos prorrumpimos en carcajadas. Incluso Fred y George se rieron al ponerse en pie y verse cada uno la barba del otro.

-Se los advertí -dijo la voz profunda de alguien que parecía estar divirtiéndose, y todo el mundo se volvió para ver salir del Gran Comedor al profesor Dumbledore. Examinó a Fred y George con los ojos brillantes-. Les sugiero que vayan los dos a ver a la señora Pomfrey. Está atendiendo ya a la señorita Fawcett, de Ravenclaw, y al señor Summers, de Hufflepuff, que también decidieron envejecerse un poquito. Aunque tengo que decir que me gusta más su barba que la que les ha salido a ellos.

Fred y George salieron para la enfermería acompañados por Lee, que se partía de risa, y nosotros cuatro, que también nos reiamos con ganas, entramos a desayunar.

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