Capítulo 7

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Es jueves por la noche y como cada jueves, y cada día laborable en realidad, nuestros padres llegan tarde a casa de trabajar así que Dario y yo nos pasamos la tarde en su habitación escuchando música, leyendo, viendo películas o simplemente hablando, como ahora.

Aunque tenemos puesta música de fondo, una lista aleatoria de Youtube por la cual ahora mismo suenan The Black eyed peas, no prestamos mucha atención a la música.

A los pocos días de convertir esto en rutina Dario me comentó que se sentía un poco inútil al estar sentado en la silla mientras yo estaba tumbada en la cama, así que subí sus pies a la cama como si estuviera sentado en la silla y apoyara sus piernas con tranquilidad en la cama, como podría estar yo o cualquier persona que caminara. Desde ese día me hace que le ponga los pies así, dice que se siente menos "discapacitado". Yo no creo que esa sea la palabra que lo define, pero no puedo hacer mucho más con sus auto-prejuicios.

La escena vista desde fuera es bastante adorable: un chico y una chica jóvenes, en una habitación. La chica descansa tumbada sobre la cama, de espaldas, mientras mira el techo y de vez en cuando vuelve la cabeza para ver al chico. Y el chico, sentado en una silla de ruedas mientras descansa los pies sobre la cama a la altura de la cadera de la chica y la mira como si le fueran a preguntar de un momento a otro una descripción detallada de cada centímetro de ella.

-¿Nerea te sigue llamando?-Le pregunto.

La verdad es que la insistencia de Nerea hacía Dario no ha decaído. Cada día lo llama, si no le deja mensajes o hace que a Alberto y a mí nos lleguen mensajes suyos para que se los hagamos llegar a Dario.

Últimamente ya solo pregunta por él y dice que cuando esté de humor que hable con ella que ha cambiado.

No sé si es verdad o no, ya que no sé si ha cambiado porque no hablo con ella y no voy a empezar a hacerlo ahora. No me cae bien Nerea y menos después de que ella provocara el accidente de Dario, no solo por ser la que dio el volantazo, si no por ser la que insistió en ir a esa carrera.

Egoístamente, y muy secretamente, por una parte me siento contenta por el accidente de Dario. Me siento mala persona cada vez que un pensamiento parecido a ese viene a mi mente pero es la verdad, es así. Me siento casi feliz, porque si no hubiera vivido eso hubiera sido un capullo toda su vida. No hubiera conocido su parte graciosa, su parte amble con los niños, su parte sincera, su parte que me quiere. Pero no solo yo, él tampoco lo hubiera hecho. Él tampoco se hubiera conocido a sí mismo. O al si mismo que se escondía dentro de esas capas de capullidad.

-Sí-Responde ajeno a mis cavilaciones.

-¿Se lo cogerás algún día?

-No me apetece hablar con ella. No por lo del accidente si no por lo que vino después. Se lío con el que consideraba mi mejor amigo, no vino a verme ni un solo día al hospital y cuando se enteró que quedaría paralítico el resto de mi vida lo único que se lo ocurrió fue decirle a su amiga un "Entonces no podrá volver a montar en moto". Pero no era una pregunta, era una certeza. Una certeza la cual le dotaba la "oportunidad" de buscarse otro novio que sí condujera motos y le diera la vida a la que estaba acostumbrada.

-El ojo por ojo solo derivará a un mundo ciego.

-¿Me lo dices tú?-Dice sugerente.

-Yo te perdoné, si yo viviera en el ojo por ojo no te hubiera ayudado la primera semana y ahora mismo tendrías una ceja menos. Duermes muy profundo.-Respondo girándome en su dirección.

-¿Y cómo sabes tú eso?

-He bajado varias veces al lavabo y se te oye roncar desde ahí-Bromeo.

No te vayas nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora