Capítulo 18; FINAL

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El verano ha sido tan corto que no puedo apenas creerme que ayer estuviera en una fiesta alrededor de una hoguera con gente que se ha convertido en mi familia en estos últimos dos meses y hoy esté durmiendo en casa.

Tampoco puedo creer que Dario y Nerea hayan formalizado lo suyo a tal punto que me perdí cuando trajo a comer a casa a los padres de ella. Me alegro tanto por él, se le ve otra ilusión en la mirada, y me dijo que había encontrado su lugar favorito durante el verano y que me llevaría a conocerlo.

Es verdad que me ha hecho mucha ilusión verle y ha sido al primero que he abrazado cuando he visto a mi familia en el aeropuerto, pero solo le veo como un hermano. Ya no es Dario el chico al que quiero besar si no Dario mi súper hermano, mi mejor dúo, mi cómplice en las locuras, mi mitad de otra sangre. Es más, creo que viéndolo ahora, con toda la perspectiva del verano detrás de mí, nunca llegué a quererlo de otra forma. Estaba confundida y cabreada con Alberto porque se fijó en mí cuando Dario lo hizo. Pero nunca fue amor y me alegro mucho no haber estropeado esta relación que tenemos ahora porque si no, no me lo hubiera perdonado nunca.

Sigo notando sus ojos brillantes, aunque ahora miran a Nerea y eso me alegra y tranquiliza a partes iguales, no quería volver y encontrarme las cosas como las dejé, básicamente porque yo ya no soy la chica que dejó esta casa al empezar el verano. Ya no soy la Zoe adolescente, perdida e inmadura, ahora sé lo que quiero, o al menos lo que no quiero y una de las cosas que quería era ver a Dario feliz.

Vuelvo a girar en mi cama, por quinta vez, no puedo dormir. Me he acostumbrado a dormirme tarde después de unas canciones de guitarra y unos baños en el lago, levantarme pronto para preparar el desayuno conjunto e ir con los más pequeños a jugar y hacer la siesta después de comer, cuando toda la Aldea estaba en silencio. El ritmo en la Aldea era muy tranquilo y nos ayudó a reflexionar sobre nuestra vida y desestresarnos de todo lo que acumulábamos.

A Tess también le fue bien, me hacía ir cada semana al pueblo más cercano para hablar con su familia y con Andy, cosa que yo aprovechaba para hablar con mi madre y Alonso, y alguna vez mandaba recuerdos para Dario, pero no hablé con él. Tess entendió que perdió muchos años ocultando lo suyo con Andy por los demás, más concretamente por mí, y cuando volviera le iba a proponer irse a vivir juntos en cuanto pudieran costeárselo, por ahora se limitarían a verse por las tardes.

Me levanto de la cama y enciendo el ordenador, aunque lo primero que hago es cerrar la puerta para no despertar a nadie, y pongo música de la que cantábamos en la Aldea, flojita.

Doy una vuelta por mi habitación redescubriendo cada rincón de ella de nuevo después de estos meses. Cuando llego al armario lo abro y miro entre las prendas que tengo colgadas, la verdad es que mi vestuario de este verano consistía en varios shorts, muy básicos, varias camisetas de tirantes muy anchas, unas bambas finas de tela, unas botas de montaña y un vestido. No me hacía falta más. Pero ahora he vuelto a la vida real y mi antigua Zoe y la nueva se están encontrando y cada pequeña decisión que antes era automática como escoger ropa por la mañana, o decorar la habitación ahora es un punto de inflexión en el cual ambas Zoes no convergen en la misma decisión.

Por ese motivo, me aburro enseguida de ver la ropa que usaba la antigua Zoe en el armario y, me voy de nuevo al ordenador y empiezo a buscar alguna serie para ver, pero durante esta tarde me he puesto al día de la única que me perdí unos cuantos capítulos así que no tengo nada que ver.

Resoplo en voz alta y me tumbo en la cama, con la música de fondo aún. Creo que me he malacostumbrado a dormir casi al aire libre y ahora no puedo dormir aquí encerrada sin el aire fresco y los sonidos naturales del lago tan cerca de nuestra cabaña.

Miro la hora y al ver lo tarde que es me obligo a dormir. Pero no me suelo hacer mucho caso y en este tema no iba a ser menos.

Mañana hemos quedado las chicas (Gretel, Nerea, Tess y yo) para ir a comprarnos un modelito para la fiesta de bienvenida que nos han preparado Gretel y Nerea.

No te vayas nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora