Capítulo 2

382 18 6
                                    

Me pongo mis vaqueros más cómodos y una camiseta ancha con estampado sencillo. Me enfundo las zapatillas de deporte de días off y recojo mi pelo en un moño desordenado. No pongo mucho esfuerzo en estar perfecta, vamos a ver pelis a casa de Tess como cada fin de semana.

Cuando salgo al comedor veo a mi madre sentada en la mesa con varios papeles.

Anoche, cuando Dario ya estaba acostado en la habitación de nuestros padres, escuché como ellos hablaban en la cocina de cómo su madre había pasado de él. De cómo no quería encargarse de un "hijo invalido". No tenía ascensor en su casa y tampoco tenía tiempo para encargarse de él así que le pondría a la enfermera más cara y un piso en una planta baja pero no lo quería en su casa.

¿Eso era ser madre? ¿Eso era querer al hijo que siempre te prefirió a ti aunque tenía una perfecta familia de opción B? Aunque claro, Dario no escogió a su madre por que la quisiera más la escogió porque estaba todo el día fuera de casa y hacía lo que le daba la gana. Otra opción para irse con ella era no compartir casa conmigo. Pero aún así no logro entender como puedes abandonar a tu hijo a la mínima complicación que aparece como si fuera una vieja lavadora que deja de funcionar. Es un ser humano.

En el momento en el que oí a Alonso decir esas palabras una rabia inundó mi cuerpo por completo. No porque fuera él el que se estaba quedando en la calle, si no por el trato que le estaba dando su madre.

Dario se merecía estas cosas. Era un capullo y nunca había cuidado las relaciones interpersonales con su círculo más cercano como para que ahora le cuidaran a él. El karma existe y pone a cada uno en su lugar. Pero nadie se merece eso, y nadie es invalido, todos valemos para algo. Aunque la única función de Dario fuera ser un capullo.

Siempre he sido muy defensora de lo que mi madre, Alberto y Tess denominan "causas perdidas". Pero yo no lo creo así, yo me creo defensora de injusticias. No puedo con las desventajas injustas que se crean por tu color de piel, religión, diversidad funcional... Si te metes con alguien por ser ladrón me parece bien pero que le digas a una persona ladrona por el simple hecho de ser de un color determinado me enerva mucho.

Abrazo a mi madre por detrás, pasando mis manos por sus hombros y miro encima de la mesa lo que está leyendo. Son ofertas de casas.

-¿Nos mudamos?-Pregunto.

Representa que yo no oí nada de la conversación de anoche en la cual la estancia de Dario en esta casa pasaba de pasajera a permanente, así que no sé que nos vamos a una casa adaptada con 3 habitaciones en lugar de un piso estrecho de dos.

-Sí, por si Dario quiere quedarse con nosotros-Explica mi madre dándome un beso en el brazo que queda más cerca de su boca.

-Nunca ha querido quedarse con nosotras. ¿Te recuerdo que le doy alergia?-Respondo.

-No seas exagerada.

Ruedo los ojos soltando a mi madre y dando la vuelta hasta ponerme a su lado.

-Bueno, me voy-Digo.

-¿A dónde?

-Con el grupo.

-¿A ver pelis?-Pregunta mi madre.

Casi siempre quedamos para eso. No tenemos mucha más vida social.

-Sí-Respondo cogiendo mi bolso y mis llaves que están por el sofá, a solo dos pasos de la mesa.

-Podrías llevarte a Dario-Propone mi madre.

-No-Respondo con tono natural, sin darle mucha importancia.

-¿Por qué no?

-Porque no me voy a llevar al abusón que se metía con nosotros a una casa llena de sus victimas.

No te vayas nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora