Capítulo 9

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Apago el despertador y bostezo aún en la cama.

Al final acabé casi a las nueve de la noche en la bolera con mis primas. Carmina me llamó y me dijo que estaban todas allí. Me apunté después de acabar el helado con Tess. Pero la noche no terminó ahí, después de la bolera nos fuimos a cenar y por lo consiguiente a tomarnos algo a un bar en el que nos dejaran entrar.

Llegué a casa casi a las dos de la madrugada y en la puerta de casa me encontré a Dario, el cual volvía de no me quiso decir donde con Joan.

Nos reímos mucho y comentó lo imbécil que se sentía por no haber querido formar parte de esta familia mucho antes. Le dije que si después de toda la diversidad que había no lo aceptaban a él sería muy raro. Mi familia es un puntazo.

Después nos fuimos a dormir, ya que él madrugaba para ir a clase.

Bajo, en bragas y una camiseta larga, que uso a modo de pijama, ya que sé que estoy sola en casa, a la planta baja y entro en el lavabo. Después del primer impacto con mi yo recién levantado y sus pelos de loca me acerco un poco más al espejo para verme mejor, no me he puesto las gafas. Me recojo el pelo en un moño desordenado y me lavo la cara.

-Buenos días, princesa-Me digo a mi misma.

Y me quedo mirando mi reflejo en el espejo.

-Como algún día me respondas me voy del país-Respondo riéndome.

Después de ir al lavabo voy a la cocina y me preparo el desayuno. Me siento en una de las sillas que tenemos en la cocina y espero, delante de la tostadora, a que salten las tostadas. Pero el timbre de la puerta suena antes que el de la tostadora.

Me levanto de la silla y voy hacía la puerta, cuando estoy casi llegan el timbre vuelve a sonar.

-Ya va-Grito.

Cuando llego me asomo a la mirilla y veo a Alberto con una flor delante de mi puerta.

La abro entre asombrada y dudosa pero no puedo evitar sonreír.

Va con unas bambas blancas, unos tejanos claros y una camiseta verde de manga larga a rayas. No lleva chaqueta, su pelo, siempre bien peinado, hoy descansa alborotado sobre su cabeza y sus ojos azules brillan como nunca.

Me fijo en la rosa negra que lleva en la mano y le miro a la cara con una pregunta muda en los ojos.

-"La he pintado de negro. Sé lo poco que te gustan las cosas normales"-Dice él con una sonrisa débil.

-¿No?-Digo sonriendo mientras mi boca se abre sola.

-Quiero pedirte perdón y no se me ocurría otra cosa. Sé lo mucho que te gustan las cosas de las series.

-Me encanta esa serie-Le digo con los ojos llorosos.

He de admitir que nadie me conoce mejor que él y la mejor forma para que le perdone era hacer algo así. Hacer algo de una serie o película.

Pero darme una rosa negra como Tate se la dio a Violet en la primera temporada de American Horror Story ha sido demasiado.

Cojo la flor y me doy cuenta de que es de plástico.

-Quiero que te dure siempre como nuestra amistad. Cada vez que la mires quiero que te acuerdes de mí y de la disculpa que te estoy pidiendo.

-No hay nada que pedir. Soy yo la que me pasé-Digo.

-No. Tienes razón me puse algo celoso y...

-¿Y...?-Le incito a decir ya que deja la frase en el aire.

No te vayas nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora