Capítulo 17

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17

Lo primero que hago es subirle al máximo el volumen a la música. Después me pongo a hacer la tonta por mi cuarto saltando por al ritmo de la música.

Anoche fue tan perfecto todo que lo único de lo que tengo ganas es de saltar y bailar.

Al final Tess y yo nos decidimos por un lugar y estuvimos toda la noche buscando información sobre ese lugar, hasta casi las tres de la mañana que vino Andy a por ella para ir a cenar (es a la hora en la que cerraban el bar de sus padres y podían estar solos).

Después de eso solo puedo gritar una cosa: ¡ME ENCANTA!

Hemos decidido una ecoaldea donde siguen una metodología muy liberal para todo, pero sin llegar a ser nudista o una comuna hippie.

Es un lugar tranquilo cerca del norte. Es un lugar donde acogen a gente gratuitamente a cambio de tiempo. Tú dedicas unas horas de tu vida a hacer algo por la comunidad y ellos te devuelven el tiempo con casa y comida.

Les enviamos un correo explicándoles lo que queríamos hacer y estuvieron encantados de que lo hiciéramos y nos dijeron que nos esperaban con los brazos abiertos.

Canto a gritos la estrofa de la canción mientras me miro en el espejo de mi cuarto. Voy con una camiseta muy grande de una carrera solidaria que nos hizo correr mi madre a Alonso y a mí. Cuando llegué al puesto de las camisetas no había de mi talla y me dieron una demasiado grande. Debajo de ella mis bragas naranjas y en los pies unos calcetines no muy altos rosas.

Grito de nuevo una frase, medio inventada, de la canción y doy una vuelta. Nunca se me ha dado bien acertar con las canciones que no son en mi idioma.

Tengo ganas de irme, de irme a la aldea y que pase el verano. Quiero ver a esa gente, aprender como viven y poder dar todo lo que pueda.

Apago la música, ya que voy a bajar a desayunar, y salgo de mi habitación dando saltos. Estoy sola en casa así que no me molesto en vestirme y voy directa a la cocina.

Voy cantando por las escaleras y parándome en cada parte de la casa que me da un reflejo de mi misma y doy un concierto privado para mi reflejo.

Giro la esquina de la cocina y entro en ella gritando la estrofa mal cantada de la canción que estaba oyendo antes de apagar el reproductor y me acerco directa a la estantería a coger una taza.

Una vez he bajado la taza y me voy a girar a por la leche veo a Dario enfrente de mí, antes a mí espalda, y doy un salto hacía atrás sobresaltada a la vez que un gritito abandona mi boca.

-¡Bravo!-Grita mientras aplaude y silva en alto.

Una carcajada explota en mi boca y resuena por mis cuerdas vocales hasta salir al exterior.

-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en clase?-Pregunto con una mano en el pecho, aún por el susto, y la otra sujetando la taza.

-Es que hay huelga hoy y puesto que yo, muy a mi pesar, no puedo ir a manifestarme me he quedado en casa.

Encaro una ceja y me acerco a él, recordando en ese momento que voy en bragas y bajándome la camiseta en un intento de cubrir mis piernas o al menos mis bragas.

-¿En serio querías ir a la manifestación?-Pregunto recuperando el tono serio.

-No-Responde riéndose mientras sale de la cocina.

Pongo los ojos en blanco y me acerco a la nevera a sacar la leche.

-¿Has desayunado?-Pregunto a gritos.

No te vayas nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora