PRÓLOGO

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Lo peor de volver a la rutina ha sido el tener que volver a respirar el humo de los coches a las seis de la mañana. Lo mejor, volver con la gente de siempre. Volver a las tardes de pelis en casa de Tess volver a hacer la friki con Alberto por el mundo, volver a escuchar música en la habitación de Dario, volver a salir con mis primas...

Aunque antes de volver a clases el lunes mi madre se ha propuesto una limpieza general de toda la casa. Y así he acabado mirando las viejas cajas de cuando iba al instituto mientras espero que Alberto venga a por mí para ir a casa de Tess.

Dario y Nerea ya están ahí, él se ha escaqueado de la limpieza general porque era el cumpleaños de la madre de Nerea y tenía comida familiar en su casa.

La limpieza general ha acabado hace una hora, cuando mi madre ha declarado hora internacional del café y se ha ido con Alonso a tomárselo fuera de casa, pero como tengo que esperar a Alberto en mi casa ahora mismo estoy sola leyendo un diario que escribí con quince años y muriéndome a partes iguales de vergüenza y risa.

Casi todas las páginas se centran en mi loco amor por Alberto y mi ciego odio por Dario, Nerea y demás, sobretodo Dario, en aquella época. Había alguna que comentaba algo de Tess y Andy o de alguna noticia importante dentro del instituto, pero la gran mayoría eran dedicadas a Alberto. Qué ególatra llegaba a ser mi mente de quince obsesionada solo por chicos, esto es algo que he adquirido este verano el no tener necesidad de una pareja, el quererme a mí y cuando encuentre a alguien con quien compartir mis momentos compartirlos pero no tener pareja por el ideal de tener un novio, por Dios hay más cosas en la vida que los chicos.

Cuando estoy a punto de leer un sueño que tuve con él, suena el timbre y me levanto dejando el diario encima de la mesa y voy a abrir con una sonrisa en la boca porque sé que esa persona que me quiere como soy y quiere sumar momentos conmigo me viene a buscar.

No somos novios, no como antes. Solo somos dos personas que juntas quieren formar un futuro, no nos gustan las etiquetas desde que entendimos que nadie nos puede etiquetar, que solo somos Zoe y Alberto y solo seremos Zoe y Alberto hasta que no nos quede mundo por recorrer. Pero eso sí, lo haremos siempre de la mano, como mejores amigos, como amantes, como compañeros, como personas, como nosotros.

Abro la puerta y Alberto sonríe extendiendo su brazo con el puño cerrado en mi dirección.

-¿Qué es esto?-Pregunto.

-Una sorpresa-Responde, encogiendo la mano y, avanzando para darme un beso.

-Para ti-Dice abriendo la mano y dejándome ver una pequeña perla en medio de ella-Estaba cortando pescado esta mañana y ha aparecido esto por ahí en medio.

Sonrío y cojo la pequeña perla mirándola con detenimiento.

-Muchas gracias, Peeta-Respondo sonriendo.

-De nada, mi Chica en Llamas.

Pongo los ojos en blanco, porque al final acaba siendo él más friki que yo, a la vez que me acerco a él y le abrazo.

-Sabes, estaba leyendo una cosa muy interesante antes de que llegaras-Digo.

-¿Ah sí? ¿El qué?

-He sacado una caja con cosas de cuando iba al instituto, por todo esto de la limpieza, y dentro había un diario de cuando tenía quince años y estaba leyendo lo enamorada de ti que estaba. Escribía canciones de Floricienta dedicadas a ti y me imaginaba que las cantábamos juntos.

-Realmente las cantábamos juntos...-Responde Alberto riéndose.

-Sí pero en plan friki no con sentimiento sintiendo lo que decía cada letra-Protesto.

No te vayas nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora