Lo que llamaba hogar

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Después de dos años viajando por todo el mundo , su padre, el famoso escritor John Winkelton había decido volver a su pueblo. Dos años era mucho tiempo , y aunque tenía muchas ganas de volver , también estaba aterrorizada. ¿Y si sus amigos habían cambiado? ¿Y si no la reconocían? ¿Y si ella habían cambiado? Su padre le había dado la noticia hace dos semanas y ya tenían el equipaje hecho. Unas horas más y ya estaría rumbo a su hogar . New York , Tokio , Berlín , Hawai... Había hecho muchos amigos y había conocido muchas culturas diferentes y lugares impresionantes. Pero no había nada como sentarse debajo del árbol de su antiguo jardín o tirarse al río desde el puente de su pueblo. En definitiva, iba siendo el momento de volver aunque Kat no estuviese preparada.

Sonó el despertador. Kat lo buscó a ciegas en su mesita de noche . Al no encontrarlo, finamente tuvo que abrir los ojos y apagarlo. Se levantó. Olía a tostadas. Llevada por el olor, caminó hacia la cocina . Al verla su padre sonrió .

- ¡Hoy es el gran día !- exclamó.

Kat puso cara de no comprender, se alisó el pelo con las manos y mordisqueó una tostada que estaba encima de la mesa.

- Hoy volvemos a casa - explicó su padre.

Kat asintió y forzó una sonrisa. Siguió comiendo y no habló durante todo el desayuno. Luego revisó que hubiera cogido todas sus pertenencias e hizo la cama. Había muchas cosas que no se podía llevar y otras que prefería dejar atrás, por ejemplo sus fotos del último año en su casa. En esa época estaba un poco gordita, era muy bajita y estaba cubierta de granos. Ahora en cambio, era una chica alta, delgada , estilizada e, incluso, guapa. Tenía el pelo color trigo, por debajo de la barbilla, y unos ojos verdes intensos. Tenía las pestañas muy largas y una sonrisa que enamoraba. Estos cambios habían sucedido en esos dos años. Ahora tenía catorce años, pronto cumpliría quince.

El señor Winkelton llamó a su hija desde la cocina y Kat corrió hacia allí . Él ya estaba preparado, se había puesto un traje informal y estaba engominado. Estaba hablando por teléfono. Señalo la ropa de su hija y luego su reloj. Kat le entendió a la perfección y volvió a su habitación a vestirse. Cogió una sudadera y unos vaqueros y se los puso rápidamente . Luego calzó sus tenis favoritos . Ese era su estilo, práctico e informal.

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