The Half Blood Princess (El prisionero de Azkaban)

1. Vacaciones de Verano

El sol apenas estaba saliendo en Lambeth, los pájaros cantaban alegres por los alrededores y de vez en cuando las ardillas bajaban de los árboles del parque para recolectar nueces.

Era un día común a principios de Julio, el sol ya estaba haciendo de las suyas, habían llegado a los 22 grados la tarde anterior y quizás el día presente también, pero aún así las lluvias no dejaban de hacer notar su presencia.

Annily había aprovechado aquel día para estar en el parque que se situaba justo al frente de su casa, ese era un sitio agradable y en cierto punto tranquilo. Habían juegos infantiles, mesas para jugar ajedrez (Por desgracia no era del mágico) y muchas bancas para sentarse o que servían para hacer trucos con lo que los muggles llaman patinetas. De algún modo el parque estaba casi vacío, a excepción de una anciana que alimentaba a las palomas y un chico que andaba en patineta. Mientras ella utilizaba la rueda giratoria para ayudarle a refrescarla; giraba y giraba, lo más rápido que sus piernas y fuerza le dejaban mover el objeto, luego subía y continuba girando con el juego, disfrutando la ligera brisa que producía por el movimiento.

Su casa ahora le parecía sofocante, el estar encerrada rodeada por cuatro paredes mientras el calor se encerraba dentro y obligaba a ser presa de la sofocación. Este era el momento en que Annily tenía envidia de los muggles y sus inventos, tal como el aire acondicionado que mantenía una temperatura agradable en sus casas. Pero como todo buen mago, los aparatos electrodomésticos no funcionaban a cualquier contacto con la magia. Y Lambeth era el municipio donde menos sucesos mágicos sucedían diariamente, así que era divertido ver cómo Annily pasaba por cualquier casa vecina, y al espiar por la ventana veía a sus vecinos preguntándose porque su aire acondicionado no funcionaba. Tal vez era magia involuntaria.

Llevaban unos ocho u incluso más de nueve años viviendo aquí, Annily sabía que antes habían vivido en otro sitio, en el lugar donde Snape había nacido y luego unos años más tarde también nació Annily. Solo que Annily era muy pequeña para aquel tiempo, y no tenía fragmentos de recuerdos de su casa anterior.

Los niños de la cuadra llegaron, vestidos con las ropas ligeras que quizás sus madres habían elegido para ellos, se adueñaron de los juegos infantiles como siempre solían hacerlo, importándoles muy poco que sudaran demasiado. El chico de la patineta se había dado un buen golpe en la rodilla al momento de caer de la patineta mientras intentaba hacer otro truco, tenía cara de querer llorar y lo reprimía, dándole la apariencia de que se aguantaba para ir al baño.

El sol había desaparecido por entre unas nubes que habían sido traídas por el viento, lo malo era que no se había podido llevar el calor con el. De un pestañeo gotas lluvia descendieron de aquellas mismas nubes, cayendo sobre Lambeth; Los niños que recién habían llegado al parque gritaron de alegría, ahora podían saltar en los charcos de barro, luego estaba la viejecita que con los pasos más rápidos que podía dar se fue alejando hasta su casa, el chico el la patineta se fue impulsando a todo dar. Annily alzó un poco la cara y disfruto de la lluvia, luego se vio obligada a bajar del juego y dirigirse a su casa, con la ventaja que estaba situada justo al frente.

Saltando y evitando charcos de lodo, con el cabello y la ropa húmeda, Annily salió del pasto y cruzó la calle. Casi resbalando en la acera, logro llegar hasta la verja que dividía su casa del espacio público. Cruzó el pequeño patio del frente que apenas abarcaba el metro de largo, se refugió en el pórtico y tocó a la puerta.

-¡Papa! ¡Déjame entrar! -gritaba mientras el viento empezaba a soplar.

Con ropa más ligera de lo que usualmente se usaba en el sitio, Annily empezó a pasar frió, por suerte no tuvo que esperar mucho afuera porque la puerta se abrió sin que nadie se hubiera puesto de pie para abrirla. Adentró había mucho más calor, y estaba más reconfortable.