25.

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El profesor nos miró a ambos.

— ¡Muy buenas tardes profesor Sebastián! ¡Laura, te ves muy bonita! — dijo él

— Buenas tardes — respondió Sebastián serio

— Gracias — respondí fríamente

— ¿Qué hacen aquí? ¿No tenían convivio?

— Si, es sólo que Laura se sintió un poco mal y...

— Pues yo la veo perfecta — interrumpió el maestro de Cívica. — Pero yo te puedo ayudar, ven, vamos — el tomó mi brazo y trató de llevarme con él, pero sin embargo me rehúse y miré a Sebastián en señal de que necesitaba ayuda.

— No profe, ella ya está mejor, sólo fue un mareo

— ¿Mareo? Vaya, no vaya a ser que la alumna ya haya encargado —
Sebastián frunció el ceño y me miró con cierta duda aún sabiendo que no era verdad.

El maestro soltó mi brazo y después se fue sin decir nada, se alejó lentamente y al dar la vuelta me guiñó un ojo. Sebastián lo miró y volvió a fruncir el ceño.

— Al salón alumna — dijo firmemente

— ¿Qué? — respondí

— Al salón

— Antes que nada, ¿qué fue eso?

— ¿Qué fue qué?

— Eso, ¡el be...!

Sebastián me besó otra vez.

— ¿Eso? No lo grites, no querrás que te expulsen y a mi que me despidan

— Exacto — dije. — Eso, ¿qué ha sido eso?

— Laura yo...

Alguien interrumpió y ahora era la maestra de Filosofía.

— ¡Profe! — gritó y corrió hacia Sebastián, lo abrazó y lo saludó con un beso en la mejilla.

Él se apartó un poco y ella reaccionó molesta, yo decidí irme pensando en una gran decisión.

Tú eres mío.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora