37.

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Llegamos tan pronto a casa de Sebastián. Él parecía un poco enojado al bajar del camión, pues no había vuelto a dirigirme la palabra desde que Sergio había subido, tal vez temiese que él nos descubriera. Cuando Sergio había bajado, Sebastián seguía mirando a través de la ventana del camión.

Sacó las llaves de su mochila y abrió lentamente la puerta, antes de entrar tomé su hombro y lo volví hacia a mi.
— ¿Qué tienes amor? — era la primera vez que le decía algo así.

— Nada Laura — respondió

— ¿Tenías miedo de que nos descubrieran?

— Tengo miedo de que te vayas con él — afirmó y yo fruncí el ceño mientras él entraba y me invitaba a pasar

— ¿Irme con él? ¡Pero si a él le gusta Valeria! ¿En serio estás celoso de Sergio?

— Laura, sólo te quiero para mi — él me abrazó fuertemente

— Y así será — le correspondí

Ambos nos separamos y subimos las escaleras hasta por fin llegar a su departamento, Sebastián abrió lentamente y nuevamente me invitó a pasar. Entré y todo parecía estar perfectamente ordenado, Sebastián permanecía ahí parado en medio de la sala.

— Bienvenida. Mi casa y la tuya — dijo muy sonriente

— Gracias — me acerqué a él y envolví mis brazos alrededor de él, él puso sus brazos sobre mi cintura. Y me besó una vez más. Pero ahora era un beso muy distinto a todos los anteriores. Me había mordido, pero lo había disfrutado.

— ¿Vamos a mi habitación? — dijo él y yo asentí con la cabeza.

En su habitación también todo estaba perfectamente ordenado, en su buró había muchas películas y un reproductor de música, también en una de las paredes había un pequeño póster de una banda llamada "The Outfield"

— ¿Ellos te gustan? — preguntó él señalando el póster

— ¡Por supuesto! — respondí

Él fue hacia su buró y tomó el reproductor de música, lo conectó a unas pequeñas bocinas y comenzó a sonar:

Josie on a vacation's so far away...

Él se sentó a la orilla de su cama y luego me pidió que me acercara, yo lo hice, me paré frente a él y comencé a besarlo enrollando nuevamente mis brazos alrededor de su cuello. Su lengua recorrió lentamente todo mi paladar y mi lengua no pudo evitar hacer lo mismo.

Nos detuvimos, mi pecho estaba frente a su rostro, así que comenzó a desabotonar la camisa que llevaba puesta, cada botón uno a uno iba descubriendo mi piel. Él me miró muy seguro de si mismo.

— ¿Estás segura de qué quieres hacerlo?

— Estoy tan segura tanto como para decirte que te amo Sebastián

— Laura, te amo, te amo y quiero que estés conmigo siempre. Eres la niña más bonita que he visto en toda mi vida — dijo acariciando mi rostro

— Sebastián, yo te amo también y quiero estar contigo toda la vida, incluso después de la muerte

— ¿Estás segura de que Sergio no intentará alejarte de mi?

— Y si lo hiciera, yo siempre volvería hacia a ti. Él es sólo un amigo, no tienes de que preocuparte — dije mirándolo a los ojos, después me quitó completamente la blusa, volvió a besarme y yo le quite la camisa que él también llevaba puesta.

Ambos ya habíamos quedado en ropa interior el uno encima del otro. Ahora los besos eran más apasionados y las caricias entre ambos aumentaban cada vez más.

Mi sujetador desapareció en segundos, y Sebastián me observó.

— Te amo, Laura — dijo en un susurro mirándome a los ojos

— Yo también te amo Sebastián — respondí sintiéndolo en lo más profundo de mi corazón.

La música sonaba, Sebastián me amaba tanto como yo a él y estaba segura de querer hacer el amor con mi maestro de Matemáticas.

Tú eres mío.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora