27.

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Valeria dijo que iba a distraer a la maestra de Filosofía que es la que siempre está con él en todos lados. Es hora de receso y estoy decidida a confesar mi amor al maestro de Matemáticas.

Valeria ya ha ido con la maestra con un pretexto para distraerla y juntas se han ido de ahí mientras Sebastián se ha quedado solo y yo, inmediatamente me he dirigido hacia él. Llego hasta donde está.

— Sebastián — lo llamo por primera vez por su nombre. — ¿Puedo hablar contigo en un lugar más privado?

Él asiente con la cabeza.

— Claro Laura, ¿en dónde?

— Sígueme — digo y comienzo a caminar hacia uno de los salones por los que nunca nadie pasa y nunca nadie está ahí. No hay nadie por donde caminamos a pesar de ser hora de receso. Entró al primer salón que veo y él me sigue, me detengo en medio del salón y él hace lo mismo. Ambos quedamos de frente.

— ¿Qué pasó Laura? ¿Para qué vinimos aquí? — pregunta Sebastián

— ¿Acaso no te lo imaginas?

Él niega con la cabeza.

Y con todo el valor del mundo, me acercó un poco más a él, envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo besé, con toda la intensidad del mundo, con toda la pasión, recordé cuando lo había visto por primera vez entrar al salón y como sonreía. Recordé las ganas de abrazarlo al ver su gran espalda y como ahora podía disfrutar de ello. Él me correspondía, enrolló sus brazos en mi cintura y me apretó fuertemente. Me besó aún más intenso, paso su lengua por mi boca e incluso me mordió el labio inferior, pero un par de segundos después, ambos paramos.

Nos separamos.

— Me gustas — dije en un susurro y él me plantó un pico.

— Tú también me gustas, Laura

— ¿De verdad? — dije al momento en que mis ojos se abrían como grandes platos

— ¿Acaso te parece qué miento?

Negué con la cabeza. Y él siguió hablando.

— ¿Así que ahora comenzamos a salir? ¿Quieres salir conmigo? Será nuestro secreto...

— Si, quiero salir contigo, tú, yo y nuestro secreto — y sonreí. Sebastián hizo lo mismo y los hoyuelos se formaron en sus mejillas. No pude evitar besarlo otra vez. Era tan lindo cuando sonreía y eso, su sonrisa me provocaba muchas más ganas de besarlo.

Sabía, a pesar de ser tan rápido, que esto no sería algo pasajero, quería que durará por siempre, quería perderme infinitamente en su sonrisa, su actitud me demostraba que estaba segura a lado de él. De cualquier manera, muy en el fondo sabía que él estaba igual de loco por mi que yo por él. Y eso sin embargo, estaba bien.

Tú eres mío.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora