Valeria dijo que iba a distraer a la maestra de Filosofía que es la que siempre está con él en todos lados. Es hora de receso y estoy decidida a confesar mi amor al maestro de Matemáticas.
Valeria ya ha ido con la maestra con un pretexto para distraerla y juntas se han ido de ahí mientras Sebastián se ha quedado solo y yo, inmediatamente me he dirigido hacia él. Llego hasta donde está.
— Sebastián — lo llamo por primera vez por su nombre. — ¿Puedo hablar contigo en un lugar más privado?
Él asiente con la cabeza.
— Claro Laura, ¿en dónde?
— Sígueme — digo y comienzo a caminar hacia uno de los salones por los que nunca nadie pasa y nunca nadie está ahí. No hay nadie por donde caminamos a pesar de ser hora de receso. Entró al primer salón que veo y él me sigue, me detengo en medio del salón y él hace lo mismo. Ambos quedamos de frente.
— ¿Qué pasó Laura? ¿Para qué vinimos aquí? — pregunta Sebastián
— ¿Acaso no te lo imaginas?
Él niega con la cabeza.
Y con todo el valor del mundo, me acercó un poco más a él, envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo besé, con toda la intensidad del mundo, con toda la pasión, recordé cuando lo había visto por primera vez entrar al salón y como sonreía. Recordé las ganas de abrazarlo al ver su gran espalda y como ahora podía disfrutar de ello. Él me correspondía, enrolló sus brazos en mi cintura y me apretó fuertemente. Me besó aún más intenso, paso su lengua por mi boca e incluso me mordió el labio inferior, pero un par de segundos después, ambos paramos.
Nos separamos.
— Me gustas — dije en un susurro y él me plantó un pico.
— Tú también me gustas, Laura
— ¿De verdad? — dije al momento en que mis ojos se abrían como grandes platos
— ¿Acaso te parece qué miento?
Negué con la cabeza. Y él siguió hablando.
— ¿Así que ahora comenzamos a salir? ¿Quieres salir conmigo? Será nuestro secreto...
— Si, quiero salir contigo, tú, yo y nuestro secreto — y sonreí. Sebastián hizo lo mismo y los hoyuelos se formaron en sus mejillas. No pude evitar besarlo otra vez. Era tan lindo cuando sonreía y eso, su sonrisa me provocaba muchas más ganas de besarlo.
Sabía, a pesar de ser tan rápido, que esto no sería algo pasajero, quería que durará por siempre, quería perderme infinitamente en su sonrisa, su actitud me demostraba que estaba segura a lado de él. De cualquier manera, muy en el fondo sabía que él estaba igual de loco por mi que yo por él. Y eso sin embargo, estaba bien.
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Tú eres mío.©
Short StoryTodos tenemos un amor imposible. No importa si es un famoso o si es un chico de tu escuela, ¿pero qué sucede cuando te enamoras de alguien mayor que tú? No me explique bien, ¿qué sucede cuando te enamoras de tu profesor de Matemáticas? Es ahí cuand...