35.

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El maestro de Cívica sabía perfectamente que Sebastián y yo teníamos algo que ver. Pero Sebastián no sabía que el sospechaba algo acerca de nosotros.

Estábamos de nuevo en el pasillo besándonos cuando el maestro de Cívica nos interrumpió a ambos, si logro o no ver algo que ambos hicimos da lo mismo, yo saltaría por Sebastián, él sabe lo mucho que lo quiero.

Ambos actuamos como siempre mientras el profesor se acercaba.

— ¡Profe! — gritó él mientras le dio un abrazo a Sebastián y le daba unas palmaditas en la espalda. — ¿Ya se enteró?

Sebastián frunció el ceño y se cruzó de brazos.

— ¿Enterarme de qué?

— Uff..., con alumnas como Laura aquí no debería decírselo. Los chismes corren muy rápido, es acerca de una profesora

A Sebastián no parecía importarle mucho, y no iba a alejarme sólo para enterarse de un rumor más. Yo no sabía a que se refería cuando decía "alumnas como Laura"

— ¿A qué se refiere a "alumnas como Laura"? — agregó Sebastián un poco dudoso

— Ya sabes Sebastián, la profe de filosofía no quiere que nadie se entere, ¡ups, lo dije! — respondió el profe de Cívica

— ¿Debería de importarme?

— Si, cuando quiere tener algo con usted — dijo en tono burlón al mismo tiempo que me miraba muy traviesamente. ¿Por qué le hablaba cómo si lo conociera de hace mucho y luego lo trataba de usted?

Sebastián enrojeció como pimiento y yo estoy segura de que hice una mueca algo desagradable mientras el otro profesor me miraba muy sonriente, parecía que esperaba a que se iniciara una pelea entre ambos y él sólo se echaría a reír mientras yo me alejaba.

— Profe, ya es tarde, mi clase va a empezar, mejor se lo entrego a la salida — comenté

Sebastián posó su mirada en mi.

— Laura..., yo..., ¿sabes dónde estaré?

— Si maestro, yo lo busco, no se preocupe, sé perfectamente donde encontrarlo — dije y me fui corriendo al salón de clases actuando como si no existiera nada entre nosotros.

Estaba segura de que ahora el profesor se Cívica estaría muy feliz, había arruinado un momento perfecto y Sebastián no podía hacer nada para detenerlo.

Llegué al salón de clases y no había nadie, no había visto a Valeria, así que me encaminé hacia el baño, caminé poco a poco, ningún rastro de Sebastián por ningún lado. Antes de entrar al baño me topé al chico de rizos dorados que una vez vi junto a Israel, él estaba sonriendo con las manos en los bolsillo de sus pantalones.

Posé mi mirada sobre él durante algunos segundos. Tenía una sonrisa hermosa.

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Aquí en México es el día de las madres...
¿Tengo lectoras mexicanas?

Pues feliciténme a su mamá por darme unas lectoras tan chidas ❤

Tú eres mío.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora