Sesión 14

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- ¡Slash, no es lo que tú crees!

Una mujer de bellos rasgos, cabello perfectamente cayendo por sus hombros, mientras que vestía de manera provocativa, corría tras Hudson, quien tiraba maldiciones al aire, trayendo consigo mismo una ira enorme que si no se dejaba tranquila, provocaría un huracán.

Infidelidad era el caso, pues Saul no era tonto.

Encontrar a tu pareja en una escena comprometedora junto a alguien, especialmente sentados en el sofá, da muchas cosas que imaginar. Que agradecería que no fue directamente a golpear, pensó él.

- ¡JÓDETE PUTA DE MIERDA!

El moreno despreciaba el dramatismo, por eso decidió colocar fin en el asunto, mejor yéndose e insultar a quien aún corría tras de él; Meegan.

- ¡Slash, por favor, escúchame! ¡No es lo que tú cr...

Tuvo que recurrir a la violencia para poder desatar lo que llevaba dentro.

Culpabilidad de una muerte.

Sueños extraños.

Sufrir una infidelidad.

Hudson, sin pensarlo, abofeteó a aquella joven que ahora lloraba con desesperación, aferrándose a la chaqueta de cuero que vestía Saul. Éste, le observaba cuán faraón a su súbdito, pues era lo que sentía en aquel momento.

Que tenía bajo de él a alguien que no valía la pena, y que de seguro había estado en una 'relación' con él por el interés.

- Ésto se acaba aquí. No me vuelvas a buscar más, Meegan.

La nombrada, cayó de rodillas al piso cuando el de rizos la empujó para que desatara su agarre y él así pudiese irse. Rápidamente sacó las llaves de su chaqueta, apretando el botón y quitando la alarma de su Mercedes.
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Era lo que recordaba Saul, pues había sucedido horas antes. Ahora él estaba sentado en la arena, mientras que fumaba un cigarrillo y la brisa le golpeaba suavemente en la cara. Las olas chocaban contra la orilla, las gaviotas emitían sus típicos sonidos para comunicarse.

Quizás era relajante.

La playa era su única salvadora al momento de querer mandar todo a la mierda y desaparecer, pero si lo hacía siempre lo iban a encontrar. Caló de su cigarrillo, terminándolo, después de terminarlo tendría que irse, pues era el último que le quedaba para pasar el rato. Inesperadamente cuando quitó lo que ya era una colilla de sus labios, una imagen de ese pelirrojo que le había robado inocentemente los pensamientos sin que él mismo se diera cuenta, pasó por su mente, reclamando una y otra vez que siempre estuviera ahí.

Sonreía de lado entre momentos. Lo había conocido poco, sí, pero sabía que si hubieran tenido más comunicación y entendimiento, hubieran terminado siendo los mejores amigos. Se arrepentía al momento de que lo trató como un 'enfermo mental'. Se arrepentía de discriminarlo en variadas veces por no ser alguien que pensara o reaccionara igual al resto. Axl a veces miraba a todos lados, o simplemente se asustaba y no le daban ganas de salir de la celda hasta que veía a su doctor. Era coqueto, pero tímido, ingenuo pero rápido de mente; alguien sumamente especial,  tanto mental como para él afectivamente.

Una lágrima logró caer por un ojo del moreno, y así fueron incrementándose más hasta el punto de terminar llorando como un jodido estúpido. Era el culpable de todo.

Locura de amor [Slaxl] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora