Sesión 23

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El olor a flores emanaba de un punto exacto de toda esa iglesia.

Un ataúd.

Nunca supo que la familia de Adler era creyente; bueno, eso no debía de interesarle, pero sobre todo, no sabía que lo quisieran, ya que observaba desde su banca a la que hacían llamar madre del difunto, abrazando el ataúd, negando que su hijo estuviese adentro, como si haberle ignorado durante meses, o años, fuese una excusa de lamentar y lamentar.

Pero todos tenemos razones para ignorar. A veces ahorrarse el dolor de ver es mejor que aceptar lo que sucede, y crearse una imagen ficticia, hacer que todo es perfecto, y así, ignorar lo que nos hace mal.

- Debió de haberse preocupado antes... - Comentó Duff. Vestía de color negro negro, casual, trayendo una chaqueta larga hasta las rodillas, mientras que estaba sentado en la banca. A su lado, estaba Izzy, vestido de igual forma, mirando hacia el suelo, en silencio.

- Tu psiquiátrico debió de haberse preocupado, no ella. - Contestó en un susurro, sin quitar la mirada del suelo. McKagan enderezó su cuerpo para apegar su espalda al respaldo de la banca, lanzando un suspiro de cansacio. Últimamente no había dormido bien, además de que se quedaba solo por las noches y el cargo de consciencia seguía en su cabeza.

- ... Mejor agradece que te acompañé a esto. - Sugirió Duff, arqueando las cejas.

- Bueno, si quieres puedes irte, en ningún momento te obligué. - Dejó de observar el suelo, y con molestia, miró al rubio. Él sabía que no era un momento para hablar de eso, pero simplemente prefería estar solo.

- No, ya avisé que llegaría más tarde, y no sé en qué otra cosa podría gastar mi tiempo. - Volvió a acomodarse en la banca, ganándose una mirada de odio por parte de Stradlin.

- Sólo admite que esto no te importa y listo.

McKagan suspiró frustradamente y se acercó a Izzy, tomándole de las manos y acercándolo a él de forma incómoda.

- Mira, Izzy. Si vengo a esto es porque me importa y por respeto. Me siento culpable, y también siento que debo de acompañarte. No quiero que pases solo este dolor, quiero estar contigo.

- ¿Y qué ganas con eso? Ni siquiera nos conocíamos hace un par de meses como para fingir preocupación. - Intentó alejarse con repugnancia, estaba siendo egoista, apático, pero lo que sí sabía es que no estaba siendo hipócrita.

Porque Duff si lo era.

McKagan volvió a tomarle las manos, apretándole, haciéndole doler.

- ¿Puedes razonar lo que te digo por un momento?

- No.

Desesperado, tomó aún más fuerte las manos de Izzy, tan cerca que estaba yéndose en contra del espacio personal ajeno, aunque, Stradlin no le miraba, sino que tenia sus ojos fijos hacia adelante, donde se encontraba el ataúd de su difunto amigo.

- No quiero que te pase lo mismo que a él.

- Si me ocurriera no te importaría. - Dijo con sinceridad e indiferencia.

Hubo un pequeño silencio, pero McKagan soltó un poco sus manos, bajando sus cejas, relajándolas, demostrandole empatía y seguridad.

- Si me importaría.

He ahí, la inconsciencia de Stradlin por girar su rostro y encontrarse con los ojos de McKagan. Por un momento quedó analizando cada lugar que tuvo para observar. Las cejas de Duff eran gruesas, pero castañas, y su piel era lisa. Tenía los ojos algo pequeños, pero parejos, con un extraño toque que le llamaba la atención.

Locura de amor [Slaxl] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora