Hace un par de meses Denisse se había casado, todo parecía perfecto, su esposo y ella se querían mucho, aún siendo jóvenes decidieron unir sus vidas, a sus 23 años habían comenzado a forjar un hogar, un futuro.
Comenzaban a hacer planes para el futuro, planeaban hijos, estaban dichosos. Denisse estaba feliz de haber unido su vida al hombre que tanto quería. Pero, de la noche a la mañana todo cambió.
A veces la monotonía de la vida, las decisiones apresuradas, el no fortalecer la relación, debilitan el amor.
Y éso fue lo que sucedió, el amor se debilitó, él trabajaba, llegaba tarde y cansado, ya no era el mismo hombre detallista que había conocido, ahora en vez de un beso apasionado, le daba un beso rápido, la sed del uno por el otro fue comenzando a saciarse.
Y de pronto, en un día de estos Denisse conoció a Pablo, él era un jóven un par de años mayor que ella, pero al instante hubo conexión. Se conocieron en una salida de compras de ella, estaba haciendo las compras de comida cuando de pronto se cayó su monedero, ella no se percató pero Pablo sí, y como buen caballero lo levantó y se lo dio, encontrándose con un par de ojos cafés hermosos, que lo miraban agradecidos, al instante él lo supo, ella era la indicada, ella era lo que su corazón buscaba, pues al final los ojos son el reflejo del alma y ella expresaba en sus ojos un alma limpia y pura.
No pudo hacer mucho, pues ella agradeció y se retiró al instante, consciente del peligro, pues la mayoría de las veces las mujeres nos damos cuenta del peligro, y Denisse lo supo, sabía que no debía perderse en esa mirada, así que de forma precavida se retiró de aquel fuego que ardía.
Sin embargo, a veces la vida se empeña en poner frente a uno lo prohibido, y así sucedio en este caso, al salir del supermercado, Denisse apenas podía con las bolsas, se decía a sí misma que se había pasado en comprar tanto, pero creyendo qué vivía cerca y considerando que necesitaba todo aquello decidió comprarlo aún vuando apenas podía cargarlo. Pablo volvió a ver la oportunidad de acercarsele, era ahora o nunca, le ofreció su ayuda, y ella aunque movió su cabeza en forma de negación él no aceptó su negativa, la acompañó hasta su casa y ahí la dejo.
No había conseguido gran cosa, pero por lo menos sabía donde vivía. Esa tarde Denisse se forzaba a pensar en otra cosa, pero solo conseguía pensar en él. Esa noche de nuevo su esposo solo cenó, se ducho y se durmió, no la tocó, no la acarició, no la besó.
No hay nada peor para una mujer qué no sentirse querida, cuidada, protegida. Por eso cuando llega alguien deseando hacer esto, de forma automática se abre paso en el corazón.
Dos días pasaron, hasta que Pablo se armó de valor para ir a buscarla, consiguió un ramo de flores y acudió a su casa, donde Denisse estaba sola, llegó y tocó el timbre, un par de segundos después estaba ahí Denisse, mirandolo a los ojos, se le veía radiante.
Denisse experimentó sorpresa al verlo ahí parado, después lo invitó a pasar (pero no te apresures a juzgarla querido lector), lo hizo temerosa de miradas chismosas, de vecinos chismosos que al mo tener una vida de la cual ocuparse podian armar un escandalo al verlos platicando en la puerta, y más comsiderandi que Pablo era un hombre atractivo, jóven y con un ramo de rosas en sus manos.
Una vez dentro Denisse no se percató de lo qué había en manos de Pablo, a lo qué ella se asusto, se puso nerviosa. Pablo no pudo contenerse más y le declaró su sentir, le dijo qué desde el primer momento qué la vio un fuego arrebatador lo consumió, y que si le daba la oportunidad estaba seguro podian llegar a enamorarse, pues eran el uno para el otro, Pablo se esmero en cada palabra en cada gesto, que cualquiera hubiese echado a la borda todo y cedido ante tal declaración.
Hemos de reconocer que Denisse se sacó de balance, volvía a sentir ese fuego, esas ansias, ese anhelo, y más ante una declaración tan directa, volvió a sentirse amada y deseada, y tuvo que reunir todo el coraje y valor necesario para declinar su propuesta, decirle que estaba casada, que lamentaba la confusión pero ella no podía amarlo, que ella jamás lastimaria a su esposo.
Pablo comprendió y no insistió mas, al fin y al cabo, era un hombre cabal, si le dolió pues se había permitido abrigar esperanzas, le suplicó que recibiera las rosas, que las tomará como el regalo de un amigo, y se despidió no sin antes hacerle ver, que habia sido un placer conocerla y más al saber que era una mujer fiel y leal, que no se había equivocado al mirar en sus ojos su pureza. Se despidieron aquella tarde, Pablo volvió por donde vino y ella regresó a sus menesteres.
Su esposo volvió aquella tarde un poco más temprano de lo normal, le dio un beso en la boca, cómo aquellos qué tanto necesitaba y le dijo: "Te amo, no podría vivir sin ti, eres la razón por la que día a día me levantó, atravieso la ciudad y voy a trabajar, quiero que tengas la mejor vida posible, que vivas como una princesa, como te lo mereces, perdón por estar ausente, pero quiero que no olvides que te amo".
Una lágrima rodó por su mejilla, y se alegró por no permitir que nadie se interpusiera en esa unión sagrada que existía entre ella y su esposo. Tal vez en otro momento, en otro tiempo Pablo y ella pudieran haber sido algo, pero no aquí y no ahora, no por encima del sufrimiento de alguien más...
Dedicado a todos aquellos que encuentran el amor a destiempo, cuando su vida ya esta unida a la de alguien más, pero son firmes a sus valores y no permiten que nadie separe lo que ha unido Dios.
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Vidas marcadas
General FictionCada vida tiene una historia, cada historia tiene una marca, cada marca forja un destino. Y no obstante cada vida es valiosa, cada vida vale mucho, cada vida merece vivir. Historias cortas sin relación pero que te ayudarán a ver la vida con otros oj...