Vidas marcadas

AMIGO

Eran los mejores amigos, siempre lo habian sido, y sin embargo, algo habia cambiado, cada vez que Guillermo la veía, su pulso se aceleraba, se perdía en cada palabra, en cada sonrisa que Celeste le brindaba.

Habían pasado por más de un año de amistad, aún recuerdan el día que se conocieron, era un día lluvioso, esperaban el transporte y ella, al ver qué él se mojaba le ofreció su paraguas, juntos compartieron aquél resguardo, juntos se enfrentaban a la lluvia, comenzaron a charlar, a conocerse, a los pocos minutos bromeaban como si se conocieran de toda la vida.

Comenzaron a salir juntos, a beber un tragó, al cine, a comer; todo iba de maravilla, hasta que un día, el día en que Guillermo se le declararía, Celeste le dio una noticia, habia conocido a alguien, un hombre de su trabajo que la había invitado a salir, lo contaba con tal entusiasmo que Guillermo perdió la esperanza que escasamente se había permitido tener, Celeste no lo veía más, que como un amigo. Él sólo quería su felicidad.

Pasados algunos meses, el tipo le rompió el corazón a su amiga, la había abandonado, Guillermo se sentía frustrado, le dolía ver el dolor de su amiga, ¡cuánto daría por no verla llorar!, pero no podía hacer mucho, solo estar a su lado mientras ella se desahogaba, no pensaba en nada más, sólo en hacerla feliz, hacer que volviera a sonreir. Se empeño en estar a su lado, por hacer que poco a poco volviera a renacer, no podía más, que intentar curar sus heridas, y así lo hizo, poco a poco volvía a sonreir y él era felíz de ser la razón de esa sonrisa.

Volvió a pensar en declararse, tenía todo listo, la llevaría a cenar, y al final, al traer el postre, él le diría qué todo este tiempo la había amado, qué deseaba ser el dueño de cada sonrisa, estar con ella en las buenas y en las malas, vivir cada día de su vida a lado de ella, por lo que le pedía fuera su novia.

Pero, justo antes de salir, recibió una llamada, era Celeste, cancelando su encuentro, la habían invitado a salir, y sabía qué Guillermo no se molestaría, se despidió con un "gracias amigo". Ahora tendría que cancelar la reservación, la qué iba a ser la noche mas feliz de su vida, se convirtió en la más sombría.

Esa noche, no pudo dormir, ahora comprendía todo, por mas qué lo intentará jamás podría ser para ella más que un amigo. Se decidió a irse, alejarse de ella, no podía continuar a su lado, sin poder besarla, aceptando únicamente su amistad, tenía que poner distancia, cortar de tajo, aquello que lo anclaba a ella. Pero sabía que ella no lo dejaría sin antes saber la razón. Por lo qué decidió escribir una ultima carta.

Querida, cuando leas esta carta yo estaré muy lejos de ti. Tal vez te preguntes las razones, tal vez, no te lo imagines, desde que te conocí, tu mirada, tu sonrisa, me hizo saber que eras con quien quería compartir toda mi vida. Pero tu nunca te diste cuenta, que yo no te veía cómo una amiga, sino con quién deseaba conpartir toda mi vida.
Hubiese querido que fuera diferente, que mi amor hubiese podido enamorarte, pero no todas las cosas que queremos las obtenemos.
Anoche quise decirte esto, pero la vida no lo quizo, así que hoy, he decidido marcharme de tu lado. No puedo soportar que alguien más este a tu lado, no puedo soportar no ser el dueño de tus besos. No te preocupes por mí, sé muy bien que el tiempo y la distancia curarán el dolor, que hoy siento por ti.
Me despido deseandote lo mejor, que seas muy felíz, aunque yo no sea el culpable de esa felicidad. Te amo.

Así fue su despedida, así Guillermo se despidió de Celeste, así se despidió de su gran amor.

Celeste leyó la carta, que estaba en su buzón, derramó una lágrima al saber que había herido a su amigo.

¿Cuántos no nos hemos enamorado de un amigo? ¿Cuántos no hemos sufrido por un amor no correspondido?
Está historia va dedicado a todos los qué se han resignado a una simple amistad con la persona que aman.