Promesas rotas

5 2 0
                                    

¿Por qué no sentía mejor? Se suponía que haciendo esto, descargaría un poco de la ira que le había causado tal traición, pero no fue así, se sentía igual o peor que cuando vio a su esposo en la cama con alguien más.

Sólo de recordarlo algo dentro de ella se rompía, no podía creer que aquella persona a la que le había dado tanto, la había traicionado, al principio se sintió dolida, después, sintió irá, deseos de vengarse y por eso armó este plan, para pagarle con la misma moneda pero no se sentía mejor.

Todo comenzó aquella mañana, cuando olvidó unos papeles del seguro en casa, tuvo que volver o no la atenderían, su esposo no había ido a trabajar pues según el estaba enfermo, así que se quedo a descansar, ella no quería importunarlo, habiéndole por teléfono pues de seguro estaba dormido, al llegar a casa lo descubrió en la cama con una chica mucho más joven que él, Carolina sintió como su mundo se venía abajo, lágrimas brotaron de su rostro, sólo alcanzó a decirle muchas cosas feas, a maldecirlo y salir de ahí.

Necesitaba salir, tomar aire pensar en su futuro aunque ahora mismo no se le ocurría nada, fue a un parque cercano lo que sólo aumento su sufrimiento, al recordar aquellos días en los que llevaban a sus hijos al parque, en donde él le prometía, que era suyo y jamás le fallaría, el día de su boda, donde prometieron amarse toda la vida, ¿dónde estaban todas esas promesas?, ¿dónde estaban todas aquellas palabras que él le había dicho?.

Sólo alcanzó a pensar en salir de ahí, tal vez irse junto a su pequeño, lejos de ahí, tan lejos que no doliera. Fue por su hijo a la escuela y hablo con su maestra para decirle que por unos días su pequeño no iría a la escuela.

Al volver, armó sus maletas y explicó a su pequeño que irían de visita a donde sus abuelos, él intento detenerla, pero Carolina ya había tomado una decisión, que creyó ella, era la mejor, no podía seguir bajo el mismo techo que él, su esposo le pidió que se quedará, que él estaba dispuesto a irse, darle espacio, pero a Carolina le asqueaba tan sólo ver aquella cama, así que lo mejor era irse de ahí.

Llegó a casa de sus padres, intento mostrarse fuerte, pero a los padres no se les puede engañar, así que al instante supieron que algo andaba mal, ella tuvo que confesar lo que había sucedido, sus padres estaban chapados a la antigua ahí que el consejo que le dieron es que debía perdonar a su esposo y volver a su lado, que lo que él hizo, era simplemente echar una canita al aire, lo que era típico a su edad, Carolina tuvo que escuchar cada palabra pero no estaba convencida de ello, no quería perdonarlo, sentía otra hacía él, deseaba venganza.

Su esposo comenzó a rondarla, a llevarle flores, a llamarla a pedirle mil veces perdón, le aseguro que la otra no significaba nada en su vida, así que muy a su pesar Carolina volvió con él, para complacer a sus padres.

Pero en su cabeza sólo resonaba una palabra «venganza» dejo pasar el tiempo, las aguas se cansaron, todo parecía normal, pero ella seguía resentida y cuando una idea de mete en la cabeza y no te deshaces de ella, al debido tiempo la ves realizada.

Esa oportunidad le llegó, un compañero de trabajo de su esposo se comenzó a interesar en ella, así que ella comenzó a coquetearle, a tontear con él y por último a seducirlo, todo estaba preparado, había hecho que si esposo volviera a casa, que la encontrará en la misma situación que ella a él aquel día, y justamente eso pasó, aunque la reacción fue diferente, el no gritó ni vociferó, se limitó a observarla con un queje de tristeza en su mirada y se fue.

Ella al instante se levantó de la cama, rehuyendo al contacto de su amante, no sabiendo porque se sentía tan mal por lo sucedido, no había satisfacción ni siquiera hizo por el rostro triste de su esposo, «¿por qué?» se preguntaba ella.

Despidió a su amante, diciéndole que sólo lo había utilizado de venganza contra su esposo, y se sentó en el piso, intentando pensar en que estaba sintiendo. Volvieron a caer lágrimas de su rostro, pero no de ira ni tristeza, sino de culpabilidad por lo que había hecho, por ir en contra de sus valores de sus principios, por rebajarse al mismo nivel que su esposo.

«Te amo, porque tú eres diferente, porque tú eres mejor que yo» esas palabras rebotaban en su mente, eran aquellas con las que su esposo le había pedido matrimonio, ahora estás eran su condena y la razón de las lágrimas cayendo por sus mejillas, en ese momento comprendió que ya nada sería igual.




Dedicado a todos aquellos que han sufrido una traición. La venganza nunca es la respuesta.

Vidas marcadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora