Regreso

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Connor se acercó a la joven y extendió el brazo con la mano abierta para sostener el objeto que Nahimana le iba a entregar, el Fruto, el causante de todo lo que había vivído Connor esos últimos días.

Connor por una parte pensaba que esta realidad en la que se encontraba no era tan mala, aquí tenía a sus padres juntos, lo cual nunca se hubiera podido imaginar, y también estaba Nahimana, la joven de la que se había enamorado, pero en el fondo lo que realmente pensaba era que todo aquello era una bonita ilusión, sus padres nunca habría podido estar así, su padre era Templario y lo dejó todo por su causa, el final trágico de su madre era el real, el que había vivído de pequeño, y por último, Nahimana, la joven de esta realidad era igual que ella, pero Connor sentía que no era igual del todo, esta joven aunque en apariencia era exacta, no era la Nahimana de la que se había enamorado.

-- Sostenlo bien y no lo dejes caer pase lo que pase -- le estaba diciendo la joven -- es la primera vez que veo un caso como el tuyo con el Fruto, siempre había oído de lo poderes de este pero nunca habíamos visto las consecuencias de su poder

-- No te preocupes no lo dejaré caer, puedes estar tranquila, no se lo que me pasará ahora y antes de que ocurra nada, muchas gracias por todo lo que estas haciendo por mí -- le dijo Conno con voz firme, la joven asintio con la cabeza mirandolo fijamente a los ojos

Connor apretó con fuerza el Fruto, cerró los ojos y se concentró en su realidad, no sabía bien el porque, pero tenía la corazonada de que si pensaba en lo que anhelaba, el Fruto se lo daría. Recordó cuando era pequeño y estaba en su tribu, jugando con los demás niños de la aldea, de como su madre le decía que no le alejara mucho de donde estaban, una tarde como esa, Connor se topó con varios hombres que lo dejaron inconsciente, cuando despertó corrió hacia su aldea y estaba en llamas, no paró de llamar a su madre, hasta que la encontró rodeada por el fuego.

El joven vió aquel pensamiento como si se repitiera de nuevo, esto hizo que quisiera abrir los ojos para alejarlo de su mente, pero no lo hizo, tenía que hacer aquello para recuperar su realidad, así que siguió con los ojos cerrados, continuó recordando.

Esta vez estaba pensando cuando se fue de su aldea en busca del símbolo que los espíritus le habían mostrado, por esta razón conoció a Aquiles, maestro y amigo, el fue quién le dió la túnica de asesino y le enseño todo lo que sabía. Pensó también en como fue siguiendo a los Templarios dirigidos por su padre, como de una forma u otra se llevó algunos días asociado con sste, hasta que los dos se batieron en duelo y Connor tuvo que acabar con la vida de su padre, hundiendole la hoja oculta en el corazón, no bstante el sonrió y afirmó estar orgulloso de su hijo por haber mostrado fuerza, convicción y coraje, una vez murió Connor le cerró los ojos a su padre y se marchó.

Este último recuerdo no era tan doloroso como el de su madre, pero muy en el fondo de su ser, también le dolía el hecho de acabar con su padre, en un sentido muy abstracto le caía bien, no por su forma de actuar, porque de esa forma estaba totalmente en desacuerdo, sino por la forma de ser con él, no lo había insultado llamandolo mestizo o bastardo como hacía la mayoría de gente que se cruzaba con él, y eso el lo apreciaba.

Su último recuerdo fue el día de la emboscada, de como una joven misteriosa lo había ayudado sin conocerlo de nada, los días después de la emboscada Connor buscaba a la chica para agradecerselo, y lo hizo. Toparon en una cueva un día de lluvia donde los dos se refugiaron, el estaba en deuda con ella, y más tarde ella le pidió ayuda y el se la dió quedando en paz, pero en ese favor que la joven le pidió salió herida y Connor fue quien la sacó de allí, llebandola a su casa y curandole el brazo herido. También recordo la noche que se había acercado a la chica con el brazo dañado y la había besado, ella no opuso resitencia al beso, al contrario, ella se lo devolvió.

Connor cayó en la cuestión de que los recuerdos más importantes de su realidad eran los que estaban cambiados en esta realidad para bien, a excepción de Nahimana, que no lo conocía, ¿o tal vez más a delante la hubiera conocido? Connor jamás sabría la respuesta a esa pregunta, pese a que en esta realidad lo tenía todo, quería volver a su realidad, la que había vivído siempre.

Antes de que se pudiera dar cuenta, Connor había habierto los ojos, pero todo estaba completamente osucro, no veía absolutamente nada, era como si aún continuara con los ojos cerrados, segundos despues delante suya divisó algo de luz y decidió caminar hacia esta, cuando estaba más cerca pudo ver lo que era, no era luz de velas o la del sol, era como una especie de espejismo donde podía ver lo que había estado recordando justo antes de que la oscuridad lo engullera, podía ver a su madre envuelta en llamas delante suya, a su padre en sus propios brazos y a Nahimana.

De pronto sintió que se caía, como si hubiera saltado de un acantilado o una atalaya, mientras caía todo seguía totalmente oscuro y cerró los ojos, más por acto reflejo que por otro motivo,  hasta que sintió como su cuerpo chocaba contra algo, cuando abrió los ojos pudo ver el techo de su habitación, Connor había vuelto a su realidad.




Memories of DavenportDonde viven las historias. Descúbrelo ahora