Capítulo 20: COMPINCHES

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NOOO NO NO SI ME VOY A PORTAR BIEN – gritaba mientras daba vueltas alrededor de la mesa poniendo el traste lo más lejos posible de la mano agresora – NUNCA MÁS LO HAGO… LO JURO LO JUROOOO – decía juntando las manos en ruego casi corriendo marcha atrás.
HOO CLARO QUE NUNCA MAS, DE ESO ME VOY A ASEGURAR! –  sentenció y por fin le dio alcance – PLAF PLAF PLAF  –  sonaron y era solo la antesala de lo que sería una dinámica charla poto/mano “pro futuro”
BUAAA! – lloro comenzando el espectáculo pero no porque aquellas tres invitaciones concisas que le enviaron para subir a su cuarto hayan dolido, sino porque ya conocía como continuaba aquello. Ya era sabido cómo iba a terminar desde el momento en que estaba en la calle cuando era horario escolar. Claro no era la primera vez que lo hacía pero si era la primera en la que lo pillaban, no debió probar nada nuevo. Perra suerte...

Una semana después del día de pesca la salida a comer y al cine en familia se iba a repetir pero esta vez fue sin adolecentes. Es que con esa edad no podían pretender que los muchachos se limiten a planes familiares. Nacho había pedido permiso para ir al cine “con unos amigos”, Gastón tenía novia oficial y aprobada por Gabriela así que saldría con ella y Rodrigo y Adrián no iban a salir con puros viejos y niños pequeños así que optaron por unas horas en una sala de videojuegos.
Un domingo muy bueno para todos, en especial para Ignacio que se había pasado varias horas de su toque de queda pero como llamo a Ed para informar del retraso de la película y a pedir una extensión de horario porque se había hecho tarde cuando fueron a comer una pizza salió bien librado solo con aceptar que Edgar lo pase a buscar en vez de volverse solo. Haber aprendido a negociar era una de las cosa más útiles que le enseñó Paul a Edgar cuando de lidiar con quinceañeros se trataba.
Lo único malo fue que la hora de dormir también se retrasó y al día siguiente la escuela se estaba volviendo una pesadilla. El calor sumado al sueño estaban haciendo que Ignacio considere viable lanzarse por la ventana del curso.

Pero como si de karma se tratara, sus titánicos esfuerzos por mantenerse despierto y encima poner atención a la clase se vieron recompensados con una maravillosa noticia
Los profesores de historia y de gimnasia de los varones no vienen hoy – dijo la preceptora – los que tengan autorización y quieran se pueden retirar el resto vaya a sacar juegos de biblioteca y vuelvan rápido que no los quiero molestando en el patio – advirtió y busco la planilla de los autorizados para salir fuera de horario del colegio.

Aunque era tentador quedarse a molestar en la escuela y tal vez jugar dominó con Nadia que debía quedarse, Nacho tenía tanto sueño que no veía la hora de llegar de nuevo a su cama y escabullirse de Mateo que si lo veía de seguro no lo dejaba acostarse. Así que tomo sus cosas y siguió a la preceptora hasta el portón
Ignacio no tienes autorización – dijo la portera revisando la lista que Ana acababa de entregarle.
Pero yo estoy emancipado – dijo lo obvio – yo soy mi propio tutor y me puedo ir – aclaro indignado, pero la portera no le cedió el paso y en un segundo cambió su expresión como quien tiene que dar malas noticias, que era justo lo que iba a hacer.
No te puedo dejar salir. Son órdenes del director, mejor vas a hablar con él – aconsejó la señora y Nacho se giro en el acto sobre sus talones.
Pero claro que hablarían con el director, quien se creía el mierda de Gustavo para retenerlo ahí. Que acaso no sabían qué significaba EMANCIPACIÓN. Él era legalmente un adulto y se lo dejaría bien claro, se juró a sí mismo entrando sin esperar presentaciones ni nada, con el paso decidido y el ceño fruncido.
PORQUE NO PUEDO SALIR DE LA ESCUELA EN HORA LIBRE?! – Gritó más de lo necesario teniendo en cuenta que la oficina de Gustavo era bastante pequeña – NO NECESITO AUTORIZACIÓN!! – agrego y Gustavo salió de la sorpresa para llenarse de enojo. Estaba trabajando muy tranquilo y de repente entra el mocoso a gritarle. Pero antes de devolver el grito como le indicaba su instinto, respiro y habló con calma. Después de todo tener a una adolescente gritando en su oficina era más común de lo que le gustaría admitir.
Por qué no te calmas y me dices que pasa – dijo e invitó a Nacho a tomar asiento. Podía deducir a qué se debía el alboroto pero era mejor hacer hablar al chico.
Quiero irme a casa – dijo Nacho después de un suspiro – estamos libres y no me dejan salir – aclaro más calmado pero igual de enojado.

LA VIDA NO ES UN SUEÑO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora