SUPERNATURAL
|O4|. DEAN WINCHESTERDean cuando tú y él se embarcan en una cacería juntos.
—No podré ir con ustedes—, negó Sam, su cabello flotando debido al frío viento que impactaba contra su rostro —. Deberán ir solos, es demasiado importante como para dejarlo así.
— ¡Por favor, Sammy!—, exclamó Dean, alzando los brazos al aire mientras observaba incrédulo a su hermano menor —. He trabajado sin ti por años, puedo volver a hacerlo una vez más.
—Puede ser, pero yo no—, negaste con la cabeza, intercambiando una mirada con Sam antes de volver a mirar a Dean —. Siento decírtelo, pero confió más en Sam que en ti.
La boca de Dean cayó abierta, ofendiéndole de forma profunda el comentario —. ¿Disculpa?
Te encogiste de hombros, realmente no sintiéndote culpable en lo más mínimo por señalar lo obvio —. ¿Nunca te percataste de que deberías ir al gimnasio mientras que Sam nació con.., figura dominante?
— ¿Figura dominante?—, repitieron los dos hermanos al unisono. Dean con el ceño fruncido, celoso de su hermano, y su tono amargo mientras que Sam subió las cejas, algo confuso a pesar que aún así sonreía.
—Creo que haz visto demasiadas veces Cincuenta Sombras de Grey, cariño—, recalcó Dean, provocando que rodaras las ojos ya que el rubio bien sabía que odiabas aquella película.
— ¡Cómo sea!—, exclamaste de repente, rindiéndote finalmente y abriendo la puerta del Impala, ocupando el lugar del copiloto —. ¿Vamos o no? Ese caso no se resolverá solo.
Dean asintió, retomando su camino hacia el Impala pero parando frente a éste a mitad del camino para girarse hacia su hermano. Sam no pudo evitar carcajearse mientras que su hermano sonreía y le daba una mirada a su hermano que sólo significaba una cosa: finalmente intentaría algo contigo.
— ¡Diviértanse!—, gritó Sam, alzando su mano al aire y moviéndola de un lado al otro, soltando una carcajada cuando escuchó a Dean comenzar a cantar a todo pulmón y notó que tú rodabas los ojos y mirabas por la ventana.
Dean se giró hacia ti, alzando la voz y buscando que tú volvieras a brindarle su atención —. ¿Puedes callarte, Dean?—, alzaste la voz, volviendo a girar hacia él y provocando que el rubio posara su mirada una vez más en la carretera —. Y hazme el favor de no chocar.
— ¿Puedes darme un poco de crédito? Al final de todo esto, admitirás que soy el mejor—, asintió Dean, una sonrisa estirándose en su rostro mientras tú volvías a observar los bosques que les rodeaban.
—Como digas, Dean. Nunca sucederá.