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—Un momento—, alzó Chuck una mano al aire y tú paraste de repente, te quedaste quieta frente a él con los labios apretados mientras esperabas a que hablara —. ¿Haz estado actuando tan rara por qué temías que me iba a aburrir de ti?
Tragaste saliva y asentiste ligeramente, con temor a su reacción —. Sí.
Y, justo cuando tú esperabas que él te soltara algunos insultos y, probablemente, te pidiera que lo dejaras sólo, soltó una carcajada, sorprendiéndote a más no poder —. La vida contigo nunca podría ser aburrida, tonta—, habló de forma cariñosa, acercándose a ti y levantando el collar que él te había regalado hace un par de meses atrás —. Es por eso que te amo, por eso eres mi novia y por eso tienes este collar. Mientras que sigas siendo tú misma, no tendrás nada de qué preocuparte.
Una genuina sonrisa se formó en tu rostro y le diste un rápido beso sobre los labios antes de alejarte y correr lejos de él —. Que bueno que lo digas, ¡porque acabo de adoptar a tres cachorros y estuvieron encerrados las últimas dos horas en el baño!
Chuck rodó los ojos al escuchar tus gritos, aunque una sonrisa permanecía presente mientras se regocijaba al escuchar tus risas a lo lejos pero, definitivamente, su sonrisa se esfumó en cuanto escuchó los ladridos de los perros provenir de diferentes partes de la mansión —. Diablos, ¡no los dejes sueltos! ¡Hay una reunión de negocios en el piso de arriba!
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