SKINS
|O3|. ELIZABETH STONEM
Effy cuando intentas hacerla entrar en razón una vez que se encuentra drogada.
— ¡Por todos los cielos, Effy!—, exclamaste después que evitaras que la chica cruzara por la autopista, donde los vehículos no dejaban de circular —. ¿No puedes, al menos una noche, no recurrir a las drogas? ¡Háblame, Effy!
Sus fríos y resecos labios golpearon contra los tuyos. Le seguiste el beso, sabiendo que si te alejabas ella creería que la rechazabas y haría una escena por ello —. Te quiero—, murmuró entre tus labios, antes de volver a separarse e intentar cruzar la calle nuevamente, pero volviste a detenerla.
— ¡Effy! ¿No ves los putos autos? ¿O acaso quieres acabar como tu hermano?—, gritaste está vez, esperando que, ante la mención de su hermano, ella entrara en razón.
—Golpéame—, pidió y frunciste el ceño —. Quiero sentir algo, ¡golpéame!
— ¡No!—, gritaste una vez más —. ¿Qué tan mal estás, Eff? ¿Acaso no te das cuenta de lo que nos haces? A nosotros, ¡a tu madre! ¡A MÍ! Effy, ¡estás matándome lentamente! Al igual que a ti misma.