25.- De Los Ángeles a York

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I want to write you a song

Ese sábado por la mañana, Louis y Sophia se habían levantado muy tarde, un día antes lo habían pasado en una plaza local junto a Briana, quien quería que se comenzara a realizar el cuarto del bebé, para tener tres meses, no había podido ver el sexo del pequeño, por tanto la rubia había decidido colores neutros, Sophia todo el día se la había pasado con mala cara hacia Briana, el verdadero problema llegó cuando, el sábado, Louis la despertó para que lo acompañara a llevar una cuna que la chica les había pedido.

Sophia estaba absorta en un sueño muy colorido cuando sintió una mano en su clavícula y luego un leve temblor la hizo despertar.

—¿Qué te pasa, Lou?—.

—¿Vamos a dejar la cuna?—.

—Oye, lo siento, estoy muerta... ¿Por qué no vas tú?—.

—Anda, Soph... no quiero llegar a casa de Briana solo...—. En ese momento, la chica se giró y observó al muchacho ya vestido con un pantalón deportivo, sus tenis preferidos y su sudadera nike color gris.

—Está bien, vamos—. La chica, entre gestos y miradas feas a Louis, quien solo reía, fue a ducharse y luego de desayunar, salieron de casa de Louis rumbo a la de Briana.

Esta vez no llevaban ni chofer ni a Ollie pues la casa de Briana (o de los padres de Briana) estaba en una exclusiva zona de California, por tanto, no había peligro. Así, cuando Sophia observó las condiciones donde la rubia vivía, sintió un retortijón en el estómago, le estaba sacado mucho dinero a Louis y solo de pensar en la pensión que exigiría para el bebé, la cabeza se le llenó de humo; no era que el hijo de Louis no lo mereciera todo, pero claramente la rubia se estaba aprovechando.

—¿Lista?—. Le preguntó Louis y ella le contestó besándole los labios. El chico sonrió y corrió a abrirle la puerta de copiloto, tocaron el timbre tomados de la mano y a cambio, una Briana sonriente abrió la puerta. Pero poco le duró la sonrisa pues al ver a Sophia, la que puso mala cara fue ella.

—Louis... ¿Qué hace ella aquí? ¿Acaso no puedes estar un día sin ella?—. Ambos abrieron la boca y Louis frunció el ceño. —Perdona, ya sé que se escuchó horrible, pero nuestro bebé es nuestro, no es de ella—.

—Briana, por favor. Sophia es mi novia y lo quieras o no... va a estar conmigo todo el tiempo—.

—Oh... yo no tengo porque soportar estas humillaciones—.

—¿Humillada tú? ¿Te recuerdo quién es la novia? De la que van a hablar más, por el simple hecho de que alguien más va a tener un hijo de él—. Gritó Sophia.

—Lo siento, cariño, tu tienes la culpa por meterte con alguien que tendrá un hijo conmigo—. Sophia iba a golpearla pero en un segundo, Louis la detuvo.

—¡Basta, Sophia!—. La rodeó fuertemente y miró a Briana. —Y tú... no vuelvas a decir eso, que más bien, tu te metiste con alguien aprovechando que estaba borracho... ¡Dios me libre de decirle eso a nuestro hijo algún día!—.

—No te atreverías...—.

—Y cuando te pregunte cómo nos conocimos ¿qué le vas a decir?—. Dijo Louis y la rubia abrió los ojos. —Tu cuna está por ahí, nosotros nos vamos, mientras Sophia no sea tratada como se debe, no pondré un pie en tu casa—. Finalizó el chico y tomando a la pelinegra de la mano, la llevó de vuelta a la camioneta. Briana se tornó roja de coraje y en vez de pedir disculpas o aceptar las condiciones, prefirió cerrar de un portazo su casa.

—Lou...—. Dijo Sophia una vez que estuvieron en la camioneta.

—No Soph, no me digas que estuvo mal porque yo debía defenderte—.

At the end of the dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora