1.- Sobre golpes y moratones

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Temporary fix.

Pía Berlateni abrió la puerta del departamento 402 y bajó corriendo desde el octavo piso del edificio ubicado en un conjunto habitacional muy acogedor, cerca del centro de Los Ángeles. La chica, de rizos pelirrojos y ojos negros iba tan absorta en sus pensamientos que no se percató de lo que sucedía a su alrededor. Mientras, por otro lado, iba subiendo un muchacho de cabello castaño, teñido de rubio y unos profundos y hermosos ojos azules; ninguno de los dos se dio cuenta de la existencia del otro y al llegar al tercer piso, sus cuerpos se estrellaron y cayeron por las escaleras hasta el segundo piso. El muchacho se tocó la cabeza y vio sangre en su rodilla; en un intento por levantarse, empujó a la muchacha por las escaleras y ella tropezando fue a dar hasta el primer piso; el castaño un tanto asustado bajó los siete escalones hasta el piso siguiente.

-No sabes cuánto lo siento ¿Te encuentras bien?-. Angustiado y sujetando su cabeza, la sacudió por un hombro.

-Sí, cuánto lo siento, soy una tonta-. Cuando ella lo miró, hubo un clic en su cabeza y se sobó el dolor que crecía en el brazo. El muchacho le estiró una mano y cuando la chica le dio la suya, la levantó empleando toda su fuerza, a pesar de dolor de rodilla que le molestaba. La muchacha llevaba un pantalón café a juego con sus sandalias y una blusa roja que acrecentaba el rubor de sus mejillas y combinaba con sus rizos pelirrojos teñidos. A pesar de las grandes pestañas que imperaban en sus grandes ojos negros, la chica lucía desarreglada y con ojeras. Aunque eso no impidió que Niall observara las perfectas curvas que torneaban su cuerpo.

-No, yo soy el tonto... ¿Vives aquí?-. Preguntó él mientras Pía, como buena conocedora del lenguaje, lo observó detenidamente, tenía una piel muy pálida y ojos de un azul como el mar. Su nariz no era agraciada, pero era tierna, llevaba un pantalón corto color beige y una camisa verde a juego con sus converse. Su cabello rubio teñido hacía juego con las pestañas que apenas se le divisaban, pero que provocaron el desaliento de Pía.

-No, es decir, casi, mi abuela vive en el octavo piso-

-Yo también-. Sonrió él y ella frunció el ceño dudosa.- Bueno, no, solo estoy rentando ese departamento por unos días, en realidad no soy de California... en realidad no soy de Estados Unidos- Pero ella seguía sin creer lo que el muchacho decía, a pesar de su extraño acento irlandés y lo pálida de su piel.

-Pero... en el octavo piso no vive nadie más, solo familia de mi abuela- Dijo ella y él abrió los ojos en señal de alarma.-Creo que estás algo confundido-.

-¿Qué número de edificio es este?-

-35- Él se llevó una mano a la frente y acomodó un mechón que le molestaba.

-¡Vaya! Tienes razón, voy al 36; que tonto soy, me equivoqué, pero bueno, por algo pasan las cosas, es la confusión más productiva que he tenido- Ella se sonrojó y llevó su mirada al moratón que descansaba en su muñeca, el chico siguió la dirección de sus ojos y se encontró con una mano que lucía un anillo en el dedo anular, al ver esto, Pía se sobresaltó un poco e inmediatamente quitó el objeto de su dedo.

-Oye ¿Quieres subir? Estás sangrando mucho de la rodilla- Dijo la chica al ver el diminuto charco de sangre que se había formado alrededor del chico.- Tenemos un botiquín-

-Yo... em... bueno, sí, además, tú también estás sangrando- Ella se miró el brazo y se encogió de hombros-Y quiero conocer a esa abuela tuya tan famosa- Pía sonrió y lo condujo escaleras arriba.

Al llegar al último piso entraron en un departamento blanco que desde el balcón tenía vista lejana al mar.

-Toma asiento, enseguida bajo-

-¡Pía! ¿Tan pronto llamaste al tonto de tu novio?- Se escuchó la voz de una mujer anciana, el chico algo tímido se sentó en el sillón blanco más grande.

-Abuela... ¡ya no es mi novio!- Reclamó Pía mientras subía por las escaleras que daban al segundo piso del departamento.

-Como sea...- De pronto, la mujer apareció por la cocina y miró al rubio, quien inmediatamente le sonrió y la anciana no evitó abrir los ojos de más.-¡Niña! Avísame que tenemos visitas... no se habla del ex novio frente al novio actual-

-Abuela...- Pía apareció en la sala con un botiquín- ¡Por Dios! No es mi novio- Reclamó Pía mientras el chico reía fuertemente.- Es... es...-. Y de pronto se dio cuenta que ni siquiera se había molestado en preguntarle su nombre, así que lo miró dudosa, el muchacho meneó la cabeza y se levantó para estirarle la mano a la abuela de Pía.

-Soy Niall Horan, es un placer conocerla-.

-Uh, el placer es... ¡Niño! Estás sangrando... Pía, trae el botiquín- La chica sonrió y lo señaló con el dedo índice mientras en su cabeza se repetía que solo a ella se le ocurría tropezarse con él. ¿Qué si sabía quién era? Sí, una de sus amigas era reportera de espectáculos y siempre veía fotos de él y el grupo al que pertenecía, incluso porque en ocasiones debían quitar sus notas para poner exclusivas de la boy band.

-Listo, yo lo curaré, abuela, no te preocupes- La anciana asintió y entró de nuevo a la cocina.-¡Vaya suerte la mía! Mira que es la primera vez en 9 años que me caigo de esas escaleras y al que tiro es nada más y nada menos que Niall Horan-.

-¡vaya suerte la nuestra! ¡Auch!-. Se quejó Niall al contacto de su piel con el alcohol, pero a Pía no le importó y siguió en lo suyo, hasta que le hubo puesto una vendita curativa.

-Listo, quedaste como nuevo-. Entonces Niall tomó un poco de algodón y le limpió la herida que tenía en el brazo, ella se quedó quieta mirando los azules ojos.- ¿Qué haces aquí? ¿Qué no eres británico o algo así?-.

-Irlandés, pero estamos aquí por trabajo... siempre es por trabajo-. Ella asintió y él siguió hablando.- Conque... ex novio-.

-Sí, larga historia-.

-Claro... estaban comprometidos y él se enamoró de otra. Ahora está en Londres con la mejor amiga de Pía-. La voz de la abuela se escuchó y los sobresaltó.

-¡Abuela, por favor!-.

-¿Se enamoró de tu mejor amiga?-.

-No, ellos solo trabajan para el instituto de cancerología de Londres, de hecho, mi mejor amiga oficialmente lo odia-. Niall asintió mientras levantaba las cejas en señal de aprobación.

Unos minutos más tarde, la pelirroja y el rubio bajaban las escaleras de edificio mientras él preguntaba por su acento

-Bueno, soy argentina de nacimiento, pero a los 4 años llegué a vivir a México y a los 14 a Los Ángeles. Me siento un poco de todo, mi abuelo paterno era Italiano, mis abuelos maternos argentinos, pero viven aquí, entonces, soy un poco de todo.

-Una chica de mundo... me agradas-.Apenas llegaron a la puerta del edificio, Niall le tomó el brazo en el que tenía la herida.- Lamento lo de tu prometido-.

-Yo también, pero a veces esas cosas pasan-. Se miraron unos segundo y enseguida el chico preguntó.

-¿Hace cuánto fue eso?-.

-La semana pasada-. Nial abrió los ojos y vio como los de ella se llenaban de lágrimas que claramente no iba a dejar escapar.- Pero en fín, espero te recuperes pronto-. La chica estaba a punto de soltarla cuando él la abrazó.

-Oye, si algún día necesitas hablar con alguien, si necesitas compañía, puedes llamarme, sabes dónde encontrarme... pero sobre todo, si quieres volver a enamorarte. Puedes buscarme si un día...-. Niall sonrió y ella le siguió el gesto.

-Gracias, sería buena idea si algún día se mete una rata en mi casa-.

-Seré buena compañía de gritos-.

-¿De la rata?-. Ambos rieron.

-Sí... y quizá para ti también-. Ella asintió y luego de abrir la puerta subió corriendo por las escaleras. El rubio metió las manos en las bolsas del pantalón y caminó a siguiente edificio.

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At the end of the dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora