Cap VI

324 47 5
                                    

Eh... hola-. Hablé secamente mientras el solo fulminaba con la mirada a Samanta antes de volver sus ojos a mi dirección.

Miré a Samanta mientras que ella observaba con ojos entrecerrados a Aeglos y parecía intentar adivinar algo de el. Era un ambiente muy extraño el que se había creado y no estaba seguro si me sentía cómodo en él.

¿Que haces aquí?-. Ignoró por completamente a la pelirroja mientras que se sentaba en la silla que estaba a mi lado y yo rodaba los ojos por su acción.

Es un café, creo que es bastante obvio porque estoy aquí-. Fruncí mi ceño mientras le daba el primer trago a mi bebida de forma rápida, la cual resultó quemando mi boca.

¡Auch!-. Mordí mi labio para crear presión y disminuir el poco dolor que tenía y el ardor que comenzaba a molestarme.

Solo te estas lastimando peor-. Rodé los ojos, de nuevo y seguí haciendo lo mismo mientras el suspiraba.

Y tu lo sabes todo ¿no?-. Respondí con sarcasmo.

Deja de ser tan molesto, solo toma mi consejo-. Ahora fue su tornó de rodar los ojos mientras que tomaba mi vaso de Latte y le daba un gran trago sin si quiera pedir permiso.

¿¡Que te sucede!?-. Tomé mi vaso hasta posarlo al extremo contrario de la mesa donde el no podría llegar mientras lo fulminaba-. Tienes que pedir uno si quieres, no puedes tomar del de otras personas.

Relájate-. Tomó mi hombro y yo lo sacudí fuertemente mientras que el reía por lo bajo y lo dejaba ir de su agarre. Del otro extremo de la mesa escuché un tos falsa que desvió mi atención. Samanta. Por un momento olvidé que ella seguía aquí y me sentí culpable.

Uh. Lo siento Samanta. Quiero presentarte a Aeglos-. Le sonreí de forma apenada mientras lo apuntaba con mi mano.
Ella estiró su mano hacia él y él la sacudió brevemente antes de que volviese a tornar su atención hacia mi, ignorándola de nuevo. Por la mirada de ambos podía inferir que no se habían agradado del todo.

Entonces... ¿cuándo iras a Canvas de nuevo?-. Preguntó mientras yo disfrutaba del poco de bebida que quedaba en mi vaso, simultáneamente observaba de reojo a Samanta.

Realmente solo voy para acompañar a mi hermana, así que creo que no ire en mucho tiempo-. Me encogí de hombros.

Adrián-. Volteé hacia Samanta prestándole atención.

Así que así es como te llamas-. Escuché a Aeglos decir en voz baja antes de hacer silencio de nuevo y escuchar a Samanta, la cual no parecía muy feliz-. Creo que es hora que regrese a casa-. Se levantó de su asiento de forma abrupta antes de que yo pudiera decir cualquier cosa o si quiera despedirme.

Creo que arruine tu cita-. Lo escuché decir mientras tomaba un trago de su café. ¿su café?¿desde cuando tiene el café allí?

Primero, no era un cita-. Murmuré-. Creo-. Me encogí de hombros sin darle importancia-. Segundo, ¿cuando obtuviste eso?-. Apunté al vaso de café que sostenía en sus manos y alce una ceja.

Asi que vinieron los dos juntos, ordenaron un café que estoy casi seguro que tu pagaste y se sentaron solamente ustedes dos para hablar de forma íntima... pero no es una cita-. Ignoró mi segunda pregunta mientras enumeraba del porque esta era una cita.

No no lo era, solo estaba intentando ser amable-. Bufé mientras recostaba mi cabeza sobre la mesa y bloqueaba la luz del exterior con mis brazos. De un momento a otro comencé a sentirme muy cansado y bostecé levantando mi cabeza brevemente antes de volver a esconderla dentro de mis brazos de nuevo.

Cerré los ojos por un momento antes de sentir algo tocando mi cabeza. Levanté mi cabeza abruptamente mientras intentaba mantenerme lo más despierto posible y siseé hacia el.

Lo siento-. Me sonrió apenadamente mientras se alejaba un poco de la silla y miraba fijamente. Me removí incómodo bajo su mirada e intenté dirigir mi vista hacia otro lado esperando que él dejara de verme cuanto volviera a verlo. Observé atentamente a toda la clientela de ese café y todos parecían bastante extraños, por un momento me sentí observado por cada uno de ellos mientras mi incomodidad subía a niveles inimaginables.

Adrián-. Aeglos llamó mi atención.

¿Si?-. Conteste distraído sin poder sacudirme el sentimiento de ser observado.

Creo que es hora de irnos-. No sabía si quería irse porque había presentido mi incomodidad o simplemente ya se había hecho tarde. Lo miré esperando que se levantara de la mesa primero pero el esperaba exactamente lo mismo, así que con suma fatiga levante mi cuerpo y comencé a caminar hacía la salida, donde sentí alivio de la pequeña paranoia que había surgido.
Caminé hacia el parqueo del edificio donde trabajaba escuchando los resonantes pasos de Aeglos atrás mío. Llegando a mi auto me detuve intentando encontrar la mejor manera posible de preguntarle porque me seguía.

Uh-. Fue lo único que salió de mi boca. Sorprendentemente pareció entender mi intriga y caminó más cerca de mi.

Creo que olvidaste algo en Canvas la ultima vez que fuiste-. Lo miré intentando recordar hasta que mi mente somnolienta pareció reconocer de que hablaba y asentí con la cabeza en su dirección.

¿Lo traes contigo?-. Pregunté.

No-. Su sonrisa se torno juguetona mientras mi ceño se profundizaba y lo miraba algo irritado.- Pero cuando vayas de nuevo puedo devolvértelo.- asentí.

¿Y si no te encuentras allí?-. Pregunté bostezando de nuevo y recostando mi cabeza en la parte superior de mi auto mientras el solo me observaba desde donde estaba.

Eso depende de que día vayas-. Pausó-. Pero en ese caso le puedes preguntar a Ered, estoy seguro que el también querrá ayudarte.-

¿Ered?-. Pregunté confundido mientras el comenzaba salir del parqueo.

Ten cuidado al conducir-. Fue lo ultimo que dijo ignorando mi pregunta previa antes de que su figura desapareciera del parqueo.

SaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora