Cap VIII

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¿Q-qué quieren decir con que es suya?-. Mis manos comenzaron a sudar y Ered levantó las cejas.

Pues-.rió fuerte-. Que es nuestra, ademas, ves las pinturas que estan allí, nosotros las pintamos.- señalo a Aeglos-. Aunque él es el principal artista.

Entonces eso quiere decir que... alguno de ellos dos pintó mi retrato. Y pensandolo de esa manera Ered no pudo haber sido pues no nos vimos antes de encontrar la pintura, por lo que fue... Aeglos. Miré a Aeglos con cierto temor, cual era su objetivo pintandome ¿qué significaba?. Él me miraba de manera expectante y profunda así mismo como Ered.

¿Y bien?-. Parpadeé rapidamente sin entender. Ellos se rieron al unisono y me observaron nuevamente.

¿A donde quieres ir?-. Ered me sonrió abriendome la puerta del auto. Extraño.

Me gustaría ir a una heladeria-.

Awwww miralo Ae-. Estiró mis mejillas duramente. Ow. Le pegue en la mano frunciendo el ceño.

Sueltalo imbécil-. Aeglos pellizcó duramente a Ered mientras este le lanzaba un chillido y lo miraba con un puchero y rodaba los ojos.
Reí suavemente.

Tu vas a hacer que nos estrellemos, sigue manejando-. Lo palmeó suavemente.

¿Ustedes son hermanos?-. Ambos rieron negando con la cabeza.

Algo como eso, somos mejores amigos, desde hace mas de cien años.- Ered hablo tranquilamente y Aeglos lo fulminó con la mirada.

¿De forma retórica?-. Aeglos asintió con la cabeza codeando disimuladamente a Ered. Les miré sin entender.
Aeglos detuvo el auto enfrente de una heladeria que desconocia, parecia bastante grande y no habían tantos autos aparcados.
Salió del auto junto a Ered y antes que pudiese alcanzar el manojo del auto Ered abrió mi puerta de nuevo y espero a que saliera, Aeglos se plantó a la par de él y comenzaron a caminar hacia dentro conmigo en medio.

Entrando a la tienda observe el gran menú de sabores, me acerque al mostrador antes de encontrar una mesa y saqué mi billetera; sentí la mano de alguien en mi hombro y volteé.

Yo pagaré-. Aeglos bajo mi billetera con su mano y resoplé.

Podría darme uno de Pistacho, uno de Vainilla y...-.me observo expectante.

Uno de dos sabores vainilla y chocolate-. Sonreí. Mire hacia los lados preguntándome donde podría estar Ered, encontrándolo sentado una mesa alejado.

Adrian.- me sobresalté al sentir la mano de Aeglos sobre hombro.- ¿por qué no vas con Ered?, yo esperare lo que pedimos.- me dió un leve empujón para que comenzara a caminar.

Lo volteé a ver expectante y simplemente asintió de nuevo hacia mi para después darse la vuelta, caminé hacia Ered, quien me observaba con una sonrisa y me senté frente a él.

¿Sabes de qué sabor es el mío?.- me miró apenado riendo nerviosamente.

Creo que es pistacho o vainilla.- escuche como soltaba un gruñido de irritación.

Más le vale que sea el de vainilla.- miró fulminante sobre mi hombro y pude suponer que Aeglos ya estaba cerca de nuestra mesa.

Lo es.- escuche su risa.- se que no te gusta mucho el helado, así que te compre uno... neutral.- lo miré apenado.

No sabía que no te gustaban.- mordí mi labio.- podríamos haber ido a otro lugar.

No, no te preocupes.- me sonrió tranquilizadoramente ladeando su mano.- es solo que nunca me acostumbre a su sabor, pero no me molesta comerlo.- agregó despúes de un codazo que intento pasar desapercibido de parte de Aeglos.

¿Así que, de que cita hablaba Aeglos?.- me miró con el ceño fruncido y Aeglos se cruzo de brazos mirándome expectante.

No era una cita, era una compañera de trabajo.- respondí sin mirarlos poniendo toda mi atención en mi helado, que parecía escurrirse por todos los lados. Escuché un suspiró.

¿Y te gusta?.- levante la mirada y los mire curioso con las cejas alzadas.

¿Para qué quieren saber eso?-.su cuerpo se tensó un momento ante mi respuesta. Se miraron uno al otro por un momento antes de voltear de nuevo hacia mi... okay.

Es... es solo que... que-. Ered me miró nervioso mordiendo su labio y miró a Aeglos con rostro angustiado. Observe a ambos confundido-. Podría... esto podría.....- su rostro se torno rojo de un momento a otro y lo miré preocupado.

¿Él está bien?.- miré a Aeglos quien solo reía a borbotones mirando a Ered mientras negaba con la cabeza. Ered le dió un golpe suave en el hombro a Aeglos para que dejara de reír.

Callate Ered, lo vas a asustar.- Ered lo miro boquiabierto y bastante molesto.- lo que el quiere decir es que si tu...-dudó por un momento.- consideras esto como una cita.-. Miró a Ered un momento mientras murmuraba-. ¿Así se llaman verdad?

Los miré a ambos de forma estática sin saber que responder. La sorpresa llenaba mi mente sin darme espacio a que pudiera pensar correctamente, simplemente miraba a uno y otro,una y otra vez. Todo mi cuerpo comenzó con un cosquilleo y mi corazón latía desbocado.

¿Qué?-. Susurré viéndolos atónitos. Ambos se miraban dudosos y nerviosos. Mis manos temblaban.-.

Me levanté rápidamente de la mesa corriendo hacia la salida y me detuve por un momento al salir, sintiéndome desorientado. Escuché pasos apresurados detrás de mi y esperé en el mismo lugar. Escuché murmullos proveniente de ellos, sabía que eran ellos, sin embargo no volteé.

Pueden...-. Carraspeé con la voz temblorosa.- abrir el auto, necesito mi saco.- escuché las llaves resonar cerca mío.

Te llevaremos a casa.- Ered abrió la puerta para mi y entre rápidamente al auto quedándome inmóvil. Ambos entraron al auto en silencio más sentía la mirada de Ered por el espejo retrovisor.

No era una cita.- habló Ered de forma monótona-. Solo preguntamos si era considerado una cita, no que era una-. Me sentí avergonzado tratando de encogerme en el asiento del auto. Sabía que había sobre actuado, pero realmente el asunto de una cita con dos chicos simplemente me había tomado muy de sorpresa. El silencio incómodo que había caído lo había rellenado con las direcciones a casa, aunque después de hacerlo la culpa se había acumulado demasiado.

Lo lamento-. Susurré un momento despúes y negué con la cabeza-. Creo que reaccione mal-. Los mire apenado y me acerqué al espacio intermedio de los asientos delanteros-. Lamentó haber arruinado el día.

Aeglos me miró sonriéndome suavemente de forma ladeada antes de aparcarse. Y el auto cayó en un silencio profundo.

Creo que... nos veremos otro día.- sali del auto caminando hacía la entrada de forma  rápida y volteando a ver una última vez hacia el auto. Ered estaba cabizbajo y su cabello caía sobre su rostro, Aeglos revolvía suavemente su cabello. Una imagen que no me gustaba para nada, por algún motivo.

Sentí un sentimiento de culpa y tristeza revolver mi interior, no quería que esto sucediera, pero en este momento no podía pensar claramente, así que simplemente cerré la puerta detrás de mi.

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