Cap XXV

226 28 2
                                    

Adrián levántate-. Escuché Aeglos de forma suave antes de que comenzara a removerme con una mano. No me moví ni hice algún ruido que pudiese indicarle que lo había escuchado, en esperanza que pudiera seguir durmiendo.

Déjalo en paz-. Escuché un murmullo de Ered a mi lado, que me hizo notar que sus brazos me envolvían y que yo estaba recostado sobre él.

Tiene que trabajar, ya notaste lo mucho que odia faltar-. Escuché a Aeglos para después sentir como mi hombro era movido y apretado para que consiguiese levantarme. Me quejé por lo bajo y abrí mis ojos lentamente sintiéndolos pesados por la falta de sueño que sentía.

Apuesto a que él quiere quedarse-. Bufó Ered sobre mi oído apretándome más contra si mismo y cerré los ojos con vergüenza. Asentí levemente para después moverme en contra de Ered y empujar mi cabeza sobre la almohada-. Ya lo despertaste-. Bufó-. Lo siento Adrián, ahora tienes que ir.- se rió dándome un beso en la mejilla para después removerse. Bufé abriendo los ojos nuevamente y noté como Aeglos me miraba con los brazos cruzados y Ered simplemente permanecía sentado a mi lado con una sonrisa.

Se que me lo agradecerás-. Me sonrió guiñándome el ojo para después tirarme una toalla sobre el rostro.

¿Qué mirada fue esa?-. Ered nos miró a ambos con las cejas alzadas y una sonrisa picaresca haciendo que yo negará mientras mis mejillas se iban calentando un poco. Me levanté un poco desorientado sintiendo un mareo, haciendo que volviera a sentarme de manera repentina.

¿Estas bien?-. Escuché los pasos de Aeglos caminar hacia mí para después levantar la mirada y notar que estaba de cuclillas frente a mi con una mirada de preocupación sobre su rostro.
Asentí suavemente para después sentir su mano sobre la mía mientras me ayudaba a levantarme de la cama.- ve a bañarte-. Me habló suavemente-. Yo iré a hacer algo de desayuno y Ered posiblemente se duerma por otro rato-. Rió levemente observando como Ered se volvía a acomodar sobre la cama y luego besó mi frente fugazmente-. Si algo te ocurre él estará aquí así que no dudes en llamarlo ¿okay?-. Asintió preocupadamente.

No te preocupes-. Sonreí levemente antes de que él saliera de la habitación.

Después de salir de la ducha coloqué la toalla sobre mi cintura y maldije por lo bajo al notar que no tenía nada de ropa que utilizar. Con un poco de vergüenza abrí la puerta lentamente observando de forma un poco tímida como Ered levantaba un poco el rostro y me sonreía burlesco.

Me encanta que estes aquí-. Rió y yo negué molestó por sus tonterías.

¿Tienen algo de ropa que me puedan prestar?-. Me removí nervioso.

Claro que si, te daré algo de mi ropa-. Caminó hacia el armario sin antes burlarse un poco más y comenzar a buscar algo de ropa.

Gracias-.Me extendió una mudada frente a la puerta y después de recibirla comencé a cambiarme rápidamente notando que me quedaba bastante bien. Sequé un poco mi cabello y lo peine con las manos para después salir y notar que ninguno de ellos estaba en la habitación, aunque el olor a comida si podía sentirse por lo que me dirigí hacia la cocina.

Noen av klærne mine-. Escuché confundido y me senté una de las sillas de la mesa, la cual tenía algunos panqueques, café, embutidos y bastantes verduras cocidas.

¿Qué idioma es ese?-. Pregunté haciendo que me notasen allí antes de tomar uno de los panqueques.

Es noruego-. Los miré sorprendido mientras ambos se sentaban y comenzaban a comer conmigo, optando por las verduras.

Cuando fuimos a la casa de mis padres al principio uno de ustedes negó ser de aquí así que eso me hace pensar que en realidad ustedes son de Noruega-. Los miré expectante mientras ambos se miraban fugazmente para después asentirme.

Si, intentamos que las personas no sepan mucho sobre nosotros, ya sabes, para no levantar alguna sospecha-. Asentí distraído sabiendo que hablaban de cual criatura fuesen por lo que callé un momento.

¿Y por qué me lo cuentan a mi?-. Ered rió bajo su aliento y me sonrió negando.

Porque ya te contamos muchas cosas de nosotros, sería ilógico que negáramos algo como eso-. Hablaron en forma de obviedad. Los miré insatisfechos con su respuesta para después servirme más comida sobre mi plato.

Pero... me refiero a que ¿por qué a mi?-. Pregunté no solo refiriéndome a la nueva información que me habían dado.

Porque las relaciones se crean a base de confianza y sinceridad, así que no pensamos que debamos tener algo como eso de secreto-. Aeglos contestó.

¿Quieren tener una relación conmigo?-. Hablé torpemente.

¡Por supuesto que si!-. Ered rió dandole un golpe a Aeglos sobre el brazo-. No creas que te besamos solo porque son cosas del momento Adrián-. Miré a Aeglos sorprendido.

¿Le contaste?-. Apreté mi mano sobre la mesa con los ojos abiertos desmesuradamente antes de escuchar la risa de Ered.

Entonces si se besaron-. Aeglos me negó para seguir comiendo y yo rodé los ojos avergonzado.

Muy maduro de tu parte Ered, para tener veintisiete años me sorprendes-. Refunfuñé bajo mi aliento.

Oh-. Me observó un momento-. No, no tenemos veintisiete años-. Negó mientras daba un bocado a su comida.

¿Mintieron en eso?-. Hablé incómodamente mientras Aeglos suspiraba-. ¿Entonces cuantos años tienen?-. Mordí mi labio.

Ered tiene setecientos cincuenta y yo tengo ochocientos setenta y dos-. Tragó sonoramente y yo los miré sorprendido. Abrí mi boca para hablar pero no salían sonidos de ella, simplemente me había quedado demasiado impresionado para poder opinar sobre ellos. Suspiré cerrando los ojos e intentado tranquilizar mi mente como muchas otras veces había hecho con los sucesos que estaban pasando.

Son unos ancianos-. Murmuré.

¡Hey!-. Escuché al platinado reclamar.

¿Qué cosas son?-. Los miré intrigado y de forma detallada los miré al rostro para intentar reconocer que eran.-es extraño-. Susurré para mi mismo.

¿Qué cosa?-. Ered preguntó mirándome curiosamente.

¿Qué miran en mi que no hayan observado en toda si vida? Y...¿no les molesta... ya saben, que seamos...?-. Señalé a los tres de forma apenada mientras colocaba mi plato sobre el fregadero intentando evitar su mirada.

Que curioso eres-. Aeglos bufó con molestia para después reír un poco-. Por ahora solo preocúpate en saber que no hay nada extraño en nosotros y lo demás te lo diremos a su tiempo ¿si?-. Asentí volteando a verlo y con una sonrisa suave me beso de forma rápida.

Intentando no lucir nervioso observé el reloj notando que se me estaba haciendo tarde para el trabajo por lo que me dirigí a ambos.

Después de salir del trabajo iré a recoger algunas cosas de mi casa...-. Dudé un segundo-. ¿Pueden acompañarme?-.

No-. Esta vez Ered me besó-. Es muy peligroso-. Revolvió cabello de forma suave-. Iremos nosotros mientras vas al trabajo, preferimos que no te expongas a lo que sucedió de nuevo-.

Oh-. Suspiré aliviado porque de hecho yo no quería ir por ahora-. Me parece bien, gracias-. Asentí con ganas de darle un beso pero me contuve por vergüenza. Era extraño estar con un hombre y mucho más si eran dos pero me gustaba de cierta manera.

Te iremos a dejar y a traer de ahora en adelante-. Asentí indiferente y di un asentimiento en forma de agradecimiento hacia ambos y comencé a caminar hacia las escaleras, no sin antes ser detenido.

Necesitamos hablar contigo de algo importante cuando estemos de regreso en casa así que nada de escapes sorpresa después del trabajo-. Rodé los ojos molesto por la última expresión pero mi mente se quedó vagando en la primera parte.

Demonios, odiaba que me dejaran con una duda así durante todo el día.

SaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora