Cap XIX

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Si-. Escuché a Aeglos decir a mi espalda con Ered riendose a su lado. Los miré confundidos.
Miré a mamá por respuestas aunque solo pude encontrarla con las cejas alzadas mirando a ambos hombres detrás mío.

¿Uh?¿de qué hablan?-. Los observé con el ceño fruncido. Ered estalló en carcajadas de nuevo y revolvió mi poco cabello de forma lenta, yo quitándosela de forma casi inmediata, para  después negar la cabeza hacia Aeglos.

Uhmm-. Escuché a mamá carraspear-.no tenía idea de que te gustaran los...-. Señaló a Aeglos y luego de forma insegura a Ered, viendose un poco perturbada.

Algo hizó clic en mi mente y me alarmé.

¡¿Qué?!¡no! Mamá no-. Negué rápidamente tratando de quitarle esa idea-. Nosotros...-. Nos señalé a los tres-. No... no estamos... no somos-. Sentí mis mejillas colorearse. Mamá me vió a mí con los ojos entrecerrados y luego observó sobre mi hombro, sus labios se volvieron una línea fina cuando los selló y asintió lentamente.

Me volteé a hacia ellos e interrogándolos con la mirada e intenté saber que le habían dicho a mamá. Aeglos simplemente me guiñó el ojo y yo le dí una palmada en el pecho en forma de protesta.

Tranquilo-. Ered rió tomándome por la cintura y rápidamente me aleje de él rodando los ojos. Era tan incómodo que lo hiciera, yo no era una chica, y menos que lo hiciera enfrente de mamá.- no seas así-. Me tomó nuevamente pero por los hombros haciendo que simplemente los mirara un poco molesto.

Me sentí un poco fatigado de un momento a otro cuando mamá se dirigió hacia la cocina, por lo que me recosté un poco sobre el brazo de Ered sin que llegara a ser notorio. Seguía nervioso y tenso por esta visita aunque no estaba saliendo tan mal como habría creído en un principio.

¿Estas bien?-. Miré a Ered asombrado por le hecho de que lo había notado. Simplemente asentí y comencé a caminar junto a ambos hacia la mesa, donde estaba papá sentado viendo hacia nosotros, como si nos hubiese estado esperando.
Los tres nos sentamos en los asiento libres, yo quedándome en el centro, entre Ered y Aeglos. Papá me miró con una ceja alzada y yo simplemente me encogí de hombros.

¿Cuales son sus nombres muchachos?-. Preguntó.

Yo soy Aeglos y el-. Señaló al platinado-. Es Ered-. Sonrieron ambos-. Un gusto señor.

Adrián-. Me llamó-. No quiero meterme en tu vida personal, pero quiero decirte que cualquier cosa que te haga feliz está bien-. Señaló a Ered y a Aeglos significativamente y suspiró negando levemente.

¿Qué? No tu también papá-. Suspiré frustrado al escuchar las risas de ambos a mi lado-. No está pasando nada extraño entre ellos y yo ¿si?-. Hablé algo alterado y con la vergüenza consumiendome. Papá miró mi cabeza sostenida en el hombro de Ered.

Mjm-. Se quedó serio y lo miré incrédulo.

Es enserio-. Murmuré aunque de igual forma no me quite del brazo de Ered pues seguía sintiéndome cansado.

Hice tu favorito, espero que siga siéndolo-. Mamá entro de un momento a otro y yo agradecí que interrumpiera este incómodo momento. Me emocioné levemente y lancé un chillido un poco infantil haciendo que tanto Aeglos y Ered me miraran fijamente de un forma que me revolvió el estómago y me provocó un cosquilleo. Intenté ignorar sus miradas afectivas al ver el platillo frente a mi.

Claro mamá, gracias-. Le sonrió haciendo que ella me mirara satisfecha y se sentara. Cada uno comenzó a servirse de los platillos de la mesa, siendo yo el que llenara más el plato y comenzara sin otro aviso.

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