Cap XVII

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¿Qué están haciendo? -. Los miré con el ceño fruncido mientras me acomodaba los botones de mi camisa nerviosamente. Mis manos estaban mojadas por el sudor. Ambos me miraban con los brazos cruzados sobre su torso, Aeglos me observaba con una ceja alzada y una sonrisa ladina mientras Ered me miraba fijamente, casi sin parpadear. Observé como Ered recibía un codazo en su costado y parpadeaba rápidamente con sus mejillas coloreándose un poco, ¿era por mi?.

Te... te ves muy bien-. Ered habló mientras Aeglos reía a su lado.

Gracias-. Les sonreí un poco para después comenzar a caminar hacia la puerta de salida de la habitación, pero antes de eso unos brazos se enrollaron en en mi cintura. Fruncí el ceño y los volteé a ver.- ¿qué creen que hacen?-.  Me removí intentando soltar sus brazos de mi cintura.

Primero que todo, ¿a dónde vas?-. Aeglos preguntó dando un pequeño apreton a mi lado, haciendo que soltara una risa y me ladeara.

¡No hagas eso!-.reí sonoramente para intentar alejarme.

Así que tienes cosquillas, ¿dónde más tienes?-. Lo miré negando con la cabeza-. Tal vez aquí-. Picoteó uno de mis lados nuevamente haciendo que volviera a reír y me recostara hacia atrás para no caer al piso. Con los ojos entrecerrados observé a Ered viéndonos sonrientes.

¡Basta!-. Finalmente paró sus movimientos haciendo que me quedara unos momentos tomando mi aliento. Sentí algo duro pegado a mi espalda y volteé lentamente encontrándome con el rostro de Aeglos mirándome sonriente aún con sus manos sobre mi cintura. Mi respiración se atascó al ver su rostro tan cerca del mío. Quería alejarme, enserio que si, pero no podía hacerlo por algún motivo.

Tragué sonoramente antes de que Aeglos me sonriera levemente y soltara mi cintura.- Así que...¿a dónde iras vestido así?-. Ered habló un poco monótono aunque se notaba el tinte de diversión y curiosidad. Me cohibí un poco, sin embargo, simplemente rodé los ojos.

Solo volveré en un rato-. Intenté salir nuevamente.

Creí haber dicho que no irías a ningún lado fuera de mi vista-. Aeglos habló suavemente haciendo que lo mirara avergonzado aunque sin saber muy bien por que.

Créeme que yo tampoco te dejaría-. Volteé hacia él quien tenía la misma mirada que Aeglos.

Yo... yo-. Volví a mi mismo-. Yo iré a una reunión c-con mis padres pero..-. Coloqué mis manos sobre mi rostro-. ¡No se que que hacer!¡no se como actuar!-. Murmuré frustrado y nervioso.

¡Hey! Tranquilo, no me gusta verte así, todo irá bien-. Ered reconfortó mientras yo negaba.

Ustedes no lo entienden, los ignoré durante mucho tiempo y ahora me siento mal, y no se que decirles porque la verdad no tengo excusa sobre lo que hice, no era su culpa ¡demonios! Ni siquiera era la mía, pero supongo que nunca me tomé el tiempo de pensar o volver a ellos, estaba muy avergonzado. Y ahora finalmente he accedido y no se que hacer...-. Respiré rápidamente entrando en pánico mientras mi visión se ponía un poco borrosa.

Sentí unos brazos enrollarse sobre mi cintura y alzarme para comenzar a caminar. Una mano se colocó sobre mi cabello haciendo que lograra calmarme un poco.

Vamos Adrián, iremos contigo, no te preocupes-. Aeglos susurró y Ered tomo mi mano, la que quedaba libre de sostenerme del cuello de Aeglos.

No... es que... se supone que debo ir solo, no puedo... no puedo-. Ered entró al auto en el asiento copiloto mientras me dejaban en el asiento trasero. Aeglos subió como piloto y me sonrió por retrovisor antes de sacar el auto.

No te molestaremos- habló para después preguntarme la dirección de mis padres. Claro que la recordaba, aunque de hecho quedaba un poco alejada de la zona donde vivía aunque eso nunca había sido impedimento para que los primeros meses ellos vinieran a buscarme para hablar conmigo. Me siento tan culpable. Debí haberles dado la oportunidad antes de que terminara así.

Adrián-. Desperté sobresaltado al escuchar a Ered llamarme.-no me molestaría cargarte pero no creo que quieras presentarte de esa forma-. Reí para salir del auto y quedarme justo en la entrada de la casa, sobé mis ojos para intentar despejarme un poco e internamente calmar mis nervios. Suspiré.- ¿quieres que nos quedemos aquí?-. Aeglos revolvió mi cabello.

No, entren conmigo-. No se por qué pero estar con ellos me hacía sentir un poco más confiado de mi mismo. Me froté las manos una ultima vez sintiendo el apretón de hombro que dió Ered y toqué el timbre.
Se escucharon ruidos adentro de la casa  y me retrocedí un poco con mi corazón latiendo desbocado. No podía ser. Por fin.

La puerta se abrió revelando a mi madre, estaba igual que la ultima vez que la vi. Sus ojos estaban abiertos como nunca había visto y se llevó la mano para cubrir su boca. Mis piernas se movieron de manera involuntaria y corrí hasta llegar hacia ella y abrazarla fuertemente.

¡Adrián!¡O por Dios!-. Sollozo en mi hombro abrazándome fuertemente y se separaba colocando sus manos en mis mejillas.- estas muy guapo-. Sonrió con los ojos llorosos mientras me miraba fijamente, coloqué mi mano sobre una de las suyas y sollocé bajo.

Lo siento mamá-. La miré apenado.

Eso no importa ahorita Adrián, lo importante es que estas aquí-. Sonrió secando sus lagrimas con sus manos y pasándolas por su ropa. Dirigió su mirada hacia las dos personas que estaban atrás mío y me miró curiosa. Asentí con la cabeza y los llamé con la mano.

Ellos son Aeglos y Ered, son... son mis amigos y les pedí que me acompañaran-. La miré preocupado-. Espero que no te moleste-. Mamá simplemente se acercó a cada uno y los abrazó de manera rápida mirándolos con una sonrisa.

Tiene que haber una buena razón por la que Adrián los trajo-. Me sonrió invitándonos a pasar a la casa. Seguía igual que hace un año y medio, los único que había cambiado eran algunas fotos aquí y por allá pero de allí todo era lo mismo.

Sin prestar mucha atención a la conversación de las tres personas detrás mío y de como se presentaban caminé admirando mi casa nuevamente. Observé una foto que nunca había visto, era horrible, no sabía de donde la habían obtenido aunque seguramente Tami se las había dado. Mi labio tembló al verme en esa foto y tomé la foto rápidamente y la escondí en el bolsillo de mi pantalón, nadie debía verla más.

Adi-. Contení mi gruñido al escuchar ese apodo-. Tu padre vendrá dentro de poco ¿por qué no vamos un rato a la sala?-. En sus ojos de podía notar que quería respuestas y yo no sabía si estaba listo para decírsela.

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