Cap XIV

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Ered
Aeglos, Ered y yo comíamos en silencio pues no me atrevía a lanzar un comentario observando el rostro molesto que me dirigían. No lograba entender porque estaban tan molestos si un momento antes todo estaba bien. Bufé negando con la cabeza al sentir mi incomodidad subir.

Si van a estar molestos todo el tiempo-. Titubeé. -Pueden irse-. Hice un pequeño puchero tomando otro pedazo de pizza y saliendo por la puerta rápidamente y sentándome en suelo de la sala.

Encendiendo el televisor nuevamente ignoré los pasos provenientes de la cocina y seguí concentrado en lo que miraba, aunque mis pensamientos se alejaban nuevamente hacia el día de ayer. Parecía que desde que todo había pasado yo estaba en un nube porque simplemente todo se sentía tan surreal. Escuché susurros en la parte de atrás de la sala y presté atención detenidamente.

Creo que deberíamos decirle, si no te volverás loco-. Ered murmuró casi imperceptiblemente.

No lo creo-. Me volteé molesto enfrentándolos al escuchad a Aeglos negar.

¿Por qué no me dicen que sucedió?-. Casi rogué escuchando mi voz preocupada-. Me volveré loco-. Susurré escondiendo mi cabeza en la rodillas.

Entiende que no podemos-. Aeglos se hincó frente a mi y me miró afligidamente-. No ahora por lo menos.- negó hacia Ered-. No tan pronto.

¡Estoy harto! Ustedes dos actúan tan extraño frente a mi, ni siquiera sé porque están aquí en un principio, porque no creo nada de la historia que dicen que sucedió.- alcé la voz.

¡Adrián! Cálmate por favor... te lo explicaremos-. Me miró de manera de disculpa-. Pero no ahora, pero prometo que si lo haremos-. Bufé.

Si no van a decirme nada entonces pueden irse-. Señalé la puerta de salida cruzándome de brazos. Ered mordió su labio nerviosamente viendo la reacción de Aeglos, incluso una parte de mi quería verlo. Aeglos cambió su mirada de forma determinante y negó con la cabeza antes de envolverme en sus brazos. Me tensé de sobremanera ante eso, era demasiado extraña su actitud hacía mi pero por alguna razón no lograba molestarme del todo.

No nos iremos, y si nos vamos, vienes con nosotros-. Me separé abruptamente mirándolo como si estuviese loco y lo empuje hacia Ered quien se dió un palmada discreta en el rostro.

Claro que no-. Bufé mirando a Ered.- ¿puedes creer que lo que dice?-. El platinado rió nerviosamente colocando su mano en el hombro de Aeglos.

A lo que se refiere, es a que si quieres salir...-. Entrecerró los ojos-. Ahora con nosotros.- lo miré incrédulo-. Pero sabemos que todavía tienes dolor, así que preferimos quedarnos por si necesitas algo.

No necesito que nadie me cuide-. Murmuré apegándome más hacia ellos de forma inconsciente, sin embargo, dentro de mi comenzó un cosquilleo que ignoré.

Pero queremos hacerlo-. Ambos rodaron los ojos viéndome mientras negaban.

¿Por qué?-. Los miré ambos curioso.

Creo que es bastante obvio Adrián.- me encogí de hombros ignorando la pregunta. Yo lo sabía, pero negaba a aceptarlos pues ambos causaban que mis vellos se erizaran, todo lo que sucedía entorno a ellos lanzaba un aura de peligro.

Lo miré olvidando ese detalle, perdiéndome en mis pensamiento dejando que mi mente vagara hasta el día que entre al sótano de Canvas. Sabía que eso tenía algo que ver con lo confesado, pero parecía demasiado extremo para simplemente haberme conocido. Todo esto era demasiado extraño, demasiado diferente.

¿Adrian?-. Miré a ambos-. ¿Estas bien?

Sin pensarlo mi boca se abrió repentinamente-. ¿Es por eso que tienen ese cuadro?

Ambos se sorprendieron mirándose uno al otro confundidos. Mordí mi lengua por las palabras que había soltado y mis mejillas tomaron un color rosa. Había preguntado algo de lo que realmente no estaba dispuesto a recibir una respuesta, por que dentro de mi, sabia que en parte la conocia.

¿De qué estas hablando?-. Uno de ellos preguntó cautelosamente. Sabía que esta era justamente la forma en que podía quitarme la pregunta de encima así que simplemente negué restándole importancia incluso si por dentro moría de nervios.

De nada-. Sonreí un poco-. Solo se me cruzaron los pensamientos.

Ahora soy yo el que no cree nada de tu historia.- canturreó Aeglos viendome divertido, pero había algo más en sus ojos cuando me miró lo cual me hizo voltear la cabeza encogiéndome de hombros.

De la misma forma en que ustedes no me dicen yo tampoco lo haré.- me levanté intentando subir los escalones rápidamente pero sentí un mano envolver mi muñeca derecha, haciéndome voltear para ganar equilibrio.

No iras a ningún lado fuera de mi vista-. Gruñí frustrado y respiré incómodamente por el leve dolor de mi tórax y aunque quisiera ignorarlo, por ese sentimiento que producía estar cerca de ambos.

¡Aeglos!-. Ered llegó tomando la mano del mismo tratando de quitarla de mi muñeca.

No necesito que estén viéndome todo el día ¿saben lo extraño que suena eso?-. Murmuré viéndolos a ambos.

Un estruendo proveniente de afuera nos hizo detenerlos en el juego de miradas que los tres manteníamos. Mi corazón dió un vuelco viéndolos  y abrí los ojos desmesuradamente intentando caminar hacia la puerta trasera, aunque parte de mi decía que debía mantenerme dentro de la casa.

Quédate aquí-. Ered me dijo deteniéndome a mitad de camino. Lo miré sin entender sus palabras pues estaba perdido en mi mente recordando el evento con Tami.

Detente-. Sentí alguien susurrarme y tomarme levemente de la cintura sacando de trance a lo cual inmediatamente reaccione dando un pequeño empujón en los brazos y mirándolo confundido.

Posiblemente sea un animal del bosque-. Sabía que mentía-. Pero no creo que sea buena idea que salgas ahora-. Ered asintió pero caminó hacia la parte de atrás de la casa.

Quiero ver-. Intenté caminar después de Ered pero Aeglos riendo suavemente me empujó hacia el área superior. Me removí chillando suavemente al saber que no podía bajar pero recordé la ventana de mi habitación así que tomando impulso comencé a correr hacia ella torpemente sin saber que encontraría cuando me asomara.

¿Qué cree que hace?-. Escuché risas a mi espalda y me detuve abruptamente.

No lo se-. Me volteé viéndolos a ambos pero más que todo a Ered.

Pensé que estarías afuera-. Le señalé apretando los dientes.

No había nada, supongo que era el viento-. Se encogió se hombros y entró a mi habitación sentándose en el colchón mientras yo los miraba con el ceño fruncido y con los brazos cruzados.

Actúan como si esta fuera su casa-. Murmuré tirándome en el otro extremo del colchón.

Pronto podría serlo, aunque prefiero la nuestra-. Reí torpemente ante lo que dijo.

Puedo verla y en todo caso haremos un canje ¿no creen?-.los miré-. A propósito, ¿viven juntos?-. Ambos asintieron.

¿Vas a dormir?-. me preguntaron mientras Ered me lanzaba una almohada.

No lo se-. Suspiré.

No te preocupes, cuidaremos tu sueño-. Ambos rieron divertidos haciendo que rodara los ojos y suspirara frustrado pero por alguna razón ese hecho si me reconfortaba.

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Lo siento...
Pero ya tengo este capitulo, espero que les guste y puede actualizar pronto.

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