Isaac se fue con el corazón acelerado después del abrazo de Leila, no sabía cómo le podía trastocar tanto una muchacha, ¡por dios, si ni siquiera es humana! …y aun así le has entregado tú corazón, le decía una vocecita en su cabeza,…. ¿Cómo se puede estar tan unido a una persona que apenas se conoce?, ¿Cómo se había metido en ese lio?, de todas formas las palabras que le había dicho Leila lo habían emocionado y su respuesta salió desde lo más hondo de su corazón
Caminaba sin rumbo aparente pues no sabía dónde estarían las cocinas, realmente era un sitio muy hermoso, es como si se hubiera trasladado en el tiempo a la edad de los romanos, todo el mundo vestía de forma pintoresca, las mujeres con toga o extraños vestidos y los hombres con pañalones de piel, la mayoría sin camisa por los esfuerzos que realizaban, el brillo de las armas, había espadas enormes por doquier, arcos e incluso una especia de catapulta se vislumbraba por el horizonte.
Como no sabía hacia donde ir se dirigió a un grupo de muchachos que estaban afilando espadas sentados en círculo, riendo y hablando.
-Bueno días, acabo de llegar y no sé dónde están las cocinas, ¿me lo podrían
indicar? Por favor- dijo todo serio y educado
-Claro hombre, claro – respondió un muchacho alto y fornido- ves todo recto y cuando llegues al pozo gira hacia la derecha.
Isaac se quedó mirando hasta que encontró la dirección que le indicaba el joven, a lo lejos se veía la forma de lo que supuso seria el pozo.
-Pero si no es intromisión, ¿has cableado a tu señor?
-No, ¿porque?
- porque generalmente solo van a las cocinas las mujeres- dijo reprimiendo una sonrisa- los hombres son enviados allí como castigo.
Isaac asimilo la información lo más rápido que pudo y se lamentó por no haber pedido información de cómo tendría que comportarse, al fin de cuentas, era un mundo nuevo para él.
-Esquer mi señor quería que le especificara a la cocinera que no ponga cosas frutas en sus platos, no le hace mucha gracia- al ver que el chico lo miraba con más respeto supo que la mentira había colado.- ¿Qué hacéis vosotros tan apartados del resto
-Estamos adecuando las armas para su nuevo uso como ves, y a las mujeres de los gurreros le desagrada los sonidos que producimos al hacerlo- dijo con un leve encogimiento de hombros.
-Si os parece bien me uniré a vosotros después de dar el recado a las cocineras, así podre sacar algo de provecho ya que a mi amo no le gusta como afilo su espada
-Muy bien, yo soy Saca- le tendió la mano – y estos son Robo y Bob, si sus padres fueron muy malos con ellos –dijo entre risas.
-Tienes razón, fueron mezquinos- una nueva ola de carcajadas estallo entre los chicos- mi nombre es Isaac, y no os robo más tiempo, no veremos en un rato.
Isaac tardo un rato en ir hacia las cocinas y hacerle llegar el mensaje a la cocinera jefa , ya que le había valido como escusa debería mantenerla , después se recorrió el campamento en busca de Dicaz , le tendría que dejar algunas de sus armas para que no se destapara la mentira. Tardo más de una hora en encontrarlo y otro tanto en convencerlo de que le dejara una de sus espadas, cuando volvió al sitio donde estaban los chicos estos habían encendido una fogata y seguían hablando entre risas. Al llegar se dio cuenta de que tenía que haber pedido más de una arma, pero bueno ya era tarde para arrepentimientos , saludo a todos de nuevo y le pidió a Saca que le enseñara mientras que los demás contaban historias de sus correrías o las de sus amos.
La conversación era amena y relajada, realmente podría disfrutar de unos días así, era todo un lujo estar en esa armonía con la naturaleza, no sabía si era por voluntad o porque no querían saber de las nuevas tecnologías aun así, se sentía bien.
Leila se quedó mirando al Dios con los ojos abiertos como platos, ¿Cómo diablos iba a contestar a eso?, no era una mujer de las que se anduvieran con rodeos por lo que se puso firme y decidió decir l verdad.
-Sí señor, no soy una flor delicada, ¿es eso un crimen?- respondió con una sonrisa pícara en la cara.
-No, pero me sorprende que con la fuerza que percibo en ti te escondas debajo de un hombre, no es así como te había imaginado…
-La verdad es que tengo que pediros un gran favor, que es en realidad por lo que estoy aquí, no me malinterprete, es un honor estar en su casa, pero recientemente he tenido algunos problemas…- se puso tensa- con…digamos…mis poderes
-No me digas – alzo las cejas en gesto de sorpresa- ¿y que podría hacer yo para solucionarlo?-pregunto entre curioso y divertido.
-Veras quiero, no, necesito una de sus pócimas…
-¿Y que gano yo a cambio?
-Supongo que mis más sinceras gracias no le valdrán, por lo que estoy dispuesta a comerciar con lo que quiera.
Ares se paseó delante de ella meditando las opciones que tenía.
-Muy bien, niña, te daré la pócima, a cambio quiero que me hagas una promesa.
-¿Qué tipo de promesa?- dijo ella entrecerrando los ojos
-No pienses mal, como yo te hago un favor tú me lo harás a mí, en un tiempo obedecerás una orden que yo te dé y no podrás hacer nada para no cumplirla…
-Pero eso es muy ambiguo….- se quejó ella, después de todo podría pedirle cualquier cosa, como matar a alguien, o dejar su mundo para siempre,…..Pero no había otra solución, aunque la condenara a ser su esclava de por vida no tenía otra opción – está bien acepto.
-.-.-.-
SORRY!!!!!!
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