IX

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Apareciste de la nada con

ojos azules como océanos y con

rizos que a la noche relucían y

dijiste que te gustaba mi sonrisa.

Calentaste mis manos entre las tuyas aunque

las mías estuvieran frías y

arrancaste suspiros de mi boca.

Y en el roce de tus labios descubrí que

ya no estaba tan sola y que

la luna iluminaba tus hoyuelos y

la vida ardía en mi pecho.

Por eso te apreté contra mí, contra

el mundo y contra las horas tristes

Contra el dolor y contra las cicatrices

Y así nos mantuvimos durante infinitos segundos

En brisa de la noche y en

cielo que huele a estrellas.

Las horas tristesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora