XXII

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Deja de ser gota de lluvia en mi desierto

Ese que habla de medios amores y de casi lo conseguimos

Casi encajaron nuestros corazones y casi nos miramos lo suficiente

Deja de volver loca a mi sonrisa, estúpidas a mis mejillas y frías a mis sábanas

Que mi cama es demasiado grande, entiéndelo

Y tú te evaporas en cada uno de mis sueños

Deja de ser inesperado encuentro y roce eléctrico de nuestros dedos

Ese que asciende por todo mi cuerpo, para desembocar en mi pecho

Y llenarme de calidez

Deja, deja de morderte los labios

Fruta prohibida, me lleva al infierno de tu hoyuelo

Y me recuerdan

Que estoy condenada a observarte

Siempre desde lejos

Deja, sobretodo deja de ser tú

Tan poesía en cada uno de tus gestos, de tus pensamientos

Del dolor que compartimos sin saberlo

De un futuro que nunca existirá, y que grita en silencio.

Pero, no consigo engañarme, ¿verdad?

Mi chico de las estrellas en los ojos

Si sé que en todo eso, que te vuelve tan tú

Allí, allí es donde me encuentro

Por eso nunca, nunca dejes de serlo.

Las horas tristesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora