XXXI

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Tienes tu lugar en mi clavícula que es

Donde nunca llegaste a depositar tus besos y 

solo espero que si te vas

Seas indoloro. 

No me engañes con, 

Una habitación para dos en 

Tus brazos y deja de 

Depositar soledad en mis hombros. 

Vete y llévate contigo toda esta

historia que nunca nació y que

se desdibuja en mi pecho mientras

nuestras miradas se alejan. 

Eres, ese retrato robado del museo

Un instante de estrellas y de 

sol en medio de mi tormenta, y 

márchate. 

Estoy ocupada, cosiendo de nuevo mis

pedazos que te di junto a 

versos que nunca leíste y que

Se parecen bastante a los tuyos. 

Y nunca sabrás, como rugían de amor mis

puños, mis rodillas, mis mejillas y 

Como de enferma de soledad estaba

Y como tenía miedo a que mi vacío me invadiera por completo. 

Nunca nos comeremos el mundo a medias sonrisas ni

Desnudaremos nuestras almas frente al espejo ni

Sacaremos fotos borrachos a nuestros demonios

Y por eso vete ya, y rómpeme.

Busca una chica a la que escribirle versos embotellados y

Olvida mi libreta amarilla y mis frases escondidas, mis

ojos perdidos surcados de insomnio que

Buscaban roce en el que descargar la vida

Y en el que tener sueños felices.

Olvidaré que te quise, incluso cuando besos de tirabuzones

inundaron mi cuerpo y

No sentí nada en absoluto, tú

Aparecías en mi mente todo el rato,

Retumbando en ojos de león

Y no podía seguir actuando más en esa extraña obra.

Así que vete, y no olvides contarle a tu tristeza como aquella chica desapareció

Tras un halo de todo lo que pudo haber sido

En verano de oportunidades enterradas

Y de, que ilusa que fui, que

Tonta de pensar que podías

llenarme de estrellas.








Las horas tristesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora