XII

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*Unos días después*

Habían pasado tres días ya sin que mi mejor amigo diese señales de vida. Esto ya me preocupaba. ¿Tanto le he enfadado? Suspiré con tristeza.

¿Y si en vez de estar enfadado conmigo es que le ha pasado algo? ¡No, no! Es Álex, a él no le puede pasar nada. Debe estar conmigo hasta que seamos viejitos, como me prometió y como yo le prometí a él.

Mirando el lado bueno...también habían pasado tres días desde que Dani y yo comenzamos una relación. Estoy contenta, sin duda. Pero echo de menos a mi mejor amigo. ¡Cada minuto que pasa me preocupa más aún! Se acabó, mejor será que vaya a verle. Está decidido.

Me cambio rápidamente de ropa y me pongo las deportivas para salir corriendo hacia su casa pero justo en ese preciso momento recibo una llamada de Dani. No sé si sonreír o suspirar. Tengo ganas de hablar con Dani pero más ganas tengo de saber si mi mejor amigo se encuentra bien o no.

Atiendo la llamada con un cosquilleo en el estómago. Sin duda Daniel me gusta, me gusta y mucho. Sobre todo desde que hemos empezado a pasar más tiempo juntos.

-¡Buenos días, preciosa!-Saluda con voz dulce y sonrío automáticamente.

-Buenos días... ¿qué tal estás?

-Pues...triste.

-¿Por qué?-Pregunto algo preocupada.

-Echo de menos tus labios...

-¡Eres tonto! Y yo pensando que te había pasado algo serio...-Exclamo soltando el aire retenido.

-¡Hey, es algo serio! Sino obtengo una dosis de tus besos urgentemente, posiblemente muera.-Exclama dramático y suelto una carcajada.

-Te daré todos los que quieras, cuando quieras.-Afirmo con una sonrisa.

-¿Ahora?

Otra sonrisita tonta se escapa de mis labios.

-Ahora no es posible, Dani.

-¿Y el sábado es posible?

-¿Qué tienes pensado?

-Podríamos ir al club...si te apetece, claro.

-Sí, por supuesto.

-¿Te recojo a las diez?

-Esto...no creo que sea buena idea. Todavía no he contando nada a mis padres. Mejor nos vemos allí.

-Está bien, hasta el sábado preciosa.

-Hasta el sábado...-Repetí y colgué.

Después de comer, por fin me encaminé hacia la casa de mi mejor amigo. Por el camino pensaba en cómo pedirle perdón para que se le fuese el enfado, algo con lo que me pudiese perdonar. Pero nada, todo me parecía inválido.

La sorpresa que me llevé fue enorme cuando llamé al timbre y nadie contestó.

-¿Holaaa?¿Hay alguien?-Pregunté desde el otro lado de la puerta, impacientándome.

Nada. Silencio.

Un momento.

Oigo sollozos.



Otro momento.

 ¿Álex llorando? ¡NO PUEDE SER! ¿O sí? Lo descubriremos en el próximo capítulo.. ;) 

Gracias por leer.<3

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