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Yuuri tapó su boca para cubrir el bostezo, casi no había dormido la noche anterior debido a la decisión que Viktor tomó. El día anterior lo persiguió por todo el Ice Castle intentando convencerlo de que se quedarán en Japón, pero la respuesta fue la misma. Bostezo de nuevo.

-Aquí, cerdo- Yurio tiró de él haciéndolo acomodarse sobre su hombro, mientras lo abrazaba. Esa mañana había pasado muy temprano a recogerlo para acompañarlo al laboratorio, y ahora ambos esperaban que lo llamarán.

-Katsuki- un hombre con una bata blanca apareció en la puerta.

-Sí- el alfa se movió para despestar con cuidado a su dulce novio -Katsudon, es tu turno-

Muy serio guió al somnoliento omega hasta la habitación contigua, le quitó el abrigo y lo ayudó a recostarse en el sillón reclinable.

-Gracias. Yo me haré cargo. Espere afuera unos minutos, lo llamaré cuando haya terminado-

-Me quedaré aquí- el rubio le clavó la mirada y se cruzó de brazos. No dejaría sólo a su cerdito ni por un segundo.

-Estos alfas y su sobre protección. No te preocupes yo me haré cargo- una mujer regordeta y bastante mayor entró al cubículo, también llevaba una bata blanca  -Soy la doctora Eita, te dejaré estar aquí pero deberás comportarte. Entiende que no busco hacerle daño-

El rubio asintió y se limitó a observar como la mujer preparaba al omega atando con fuerza una banda elástica sobre el ante brazo, pasando un algodón con alcohol sobre la blanca piel y tocando un poco el dobles del codo para verificar las venas.

-Cierra tu mano en un puño- ordenó. Al introducir la aguja Yuuri no pudo evitar emitir un pequeño gemido, lo cual lo hizo gruñir instintivamente, la mujer lo observó de reojo.

-Lo... lo siento- dijo Yuuri, apenado por quejarse.

-Tranquilo, es normal que tu pareja reaccione de esa forma, sobretodo cuando estás embarazado. Abre despacio la mano- ordenó mientras retiraba la aguja y colocaba un apósito para detener el pequeño sangrado -Bien. Eso es todo, te llamaremos cuando los análisis estén listos-

-Gracias- el omega hizo una pequeña reverencia -Adiós-

-Que tengan un hermoso San Valentín- se despidió la doctora.

-Ahora a desayunar- una vez fuera Yurio lo ayudó a ponerse el abrigo -¿Quieres un poco de pastel y té?-

-Prefiero una crepes con fresas- a Yuuri se le hizo agua la boca de sólo pensarlo.

-¿Es un antojo?- el alfa sonreía a ver el sonrojo del pelinegro.

-No estoy seguro, solo sé que necesito comerlas- sentía que era de vital importancia comer esas crepes. Era una necesidad urgente.

-Conozco el lugar perfecto. Vamos- lo agarró de la mano y entrelazó sus dedos con los de él.

Yuuri observaba al imponente alfa, llevaba su rubia cabellera recogida en una coleta, iba vestido con una chaqueta de cuero sobre una camiseta negra y unos pantalones del mismo color que se ajustaba a sus torneadas piernas, los zapatos se veían elegantes y para rematar llevaba la bufanda roja, que él le había obsequiado. Al compararse, Yuuri se sentía apenado, él llevaba una camiseta de cuello alto color beige debajo del abrigo azul, intentó ponerse unos pantalones ajustados pero desistió al sentir que presionaba demasiado su vientre, así que optó por unos jeans holgados y unas zapatillas negras.

-Tal vez deba ir a casa primero para cambiarme- dijo cabizbajo.

-No molestes, cerdo- Yurio tiró de él y lo abrazó por los hombros -Solo importa mi opinión. Y para mí estás perfecto así-

Mi Dulce Regalo 《Yuri On Ice》 《Yuyuu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora