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-Bue...buenos días- Yuuri saludaba a Viktor y Katrina, que se colocaban los abrigos camino a la puerta.

-Buenos días. ¿Dormiste bien?- Katrina se acercó para observar mejor su rostro y sonrió -Te ves mejor-

-Sí. Gracias Kat- los miró curiosos -¿Dónde van?-

-Quiero hacer un poco de turismo con mi novia- Viktor colocaba la bufanda de en el cuello de su pareja.

-Ok. Espero que se diviertan- Yuuri sonrió con tristeza, quería pasar tiempo con sus amigos pero sabía que en esos momentos haría de mal tercio.

-Te pediríamos que nos acompañes, pero cierto alfa rubio nos mataría- agregó el peliplateado.

-Está bien- contestó sin escuchar, su mente aún estaba adormilado -Espera... ¿Qué?-

-Shhh... Vitya lo arruinaras- murmuró la omega -Nos vamos. Disfrútalo. Bye-

Katrina sacó a Viktor a empujones, mientras miraba por sobre su hombro y sonreía divertida.

-Así que al fin despertaste- Yurio traía una bandeja. Se había levantado muy temprano, como todos los días, para salir a correr. Mantener su rutina de entrenamiento era esencial para seguir patinando. Cuando volvió al onsen pidió prestada la cocina y preparo el desayuno del cerdito.

-Tenemos un servicio para los huéspedes- Yuuri se acercó para tomar la bandeja.

-Esto es para ti- dijo el rubio evitándolo -Pero antes... buenos días-

Se inclinó y besó su frente. El omega enrojeció.

-¿Tú lo preparaste?- preguntó nervioso.

-¿Quién más?- contestó colocando la bandeja sobre la mesa, se sentó e hizo señas para que el pelinegro lo imite -Pensaba sorprenderte llevándote el desayuno a la cama, por eso pedí prestada la cocina de tu madre, pero lo arruinaste-

Yuuri se sentó junto a él y observó lo que le servía el ruso, había unos panqueques, un jugo de naranja recién exprimido y unas tostadas. Todo resultaba tentador. Así que, por primera vez en días, pudo comer sin sentir náuseas.

-Oye, tranquilo. Si comes tan rápido te hará daño- intentó detenerlo pero el omega gruño obligándolo a retirar la mano - Jajajaja ¿tan bueno está?-

-Lo siento. Es que en verdad está delicioso- Yuuri se encogió, sentía el calor que subía por su rostro.

-Tranquilo, cerdito. Me hace muy feliz que te agrade como cocino- acarició su mejilla, realmente quería besarlo pero debía controlarse. No podía apresurar las cosas, después de todo quería que Yuuri lo aceptara.

Una vez que terminó, el pelinegro quiso ponerse de pie pero un mareo lo hizo perder el equilibrio, Yurio lo sujetó haciendo que cayera sentado entre sus piernas.

-¿Estás bien?- en un reflejo lo abrazó por la cintura. Pudo sentir el dulce perfume a vainilla, que tanto le gustaba.

-Sí. Lo... lo siento-

-Deja de disculparte- en un solo movimiento se puso de pie ayudándolo a pararse, reduciendo la distancia entre sus cuerpos -¿Puedes hacerlo sólo?-

-Estoy... estoy bien- Yuuri lo empujó con el ceño fruncido.

-Ok, señor auto-suficiente. Llevaré esto a la cocina. Ve por un abrigo- comenzó a recoger los trastes.

-¿Mm? ¿Por qué?- lo miró curioso.

-Porque saldremos- lo miró desafiante -Y no aceptó negativas. No me obligues a arrastrarte fuera-

Se inclinó sobre él y le apartó un mechón de la frente, para ver esos hermosos ojos castaños y hacerlo entender que no podría escapar.

Mi Dulce Regalo 《Yuri On Ice》 《Yuyuu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora