Su romance con Victor había muerto, no sentía dolor ni pena, una etapa de su vida terminó.
Ahora Yuuri debía enfocarse en el futuro y afrontar las consecuencias de aquella noche de pasión.
Yurio insistía en su amor por Yuuri, él se haría cargo de...
-¡Agh! No puedo seguir leyendo está cursilería- Yurio arrojó el libro sobre el pequeño sillón que se encontraba en la habitación. Mientras guardaba las pertenencias del omega había encontrado una edición de Romeo y Julieta en inglés. Una de las enfermeras le dijo que su voz podría ayudar a que Yuuri despertará, por ello se llevó el libro consigo cuando fue a verlo.
-¿Interrumpo?- Mila entró sin golpear.
-No, sólo hablábamos de lo cursi que el cerdo puede llegar a ser- señaló a su esposo que reposaba tranquilamente sobre la cama.
Mila observó al omega y se llevó las manos a la boca para ahogar un grito. La miró confuso cuando señaló a Yuuri.
-Su... su mano-
-¿Ah?- se volteó y sonrió mientras apretaba la mano del pelinegro -Son espasmos musculares, siempre lo hace-
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-Yuri, lo siento- su amiga parecía afligida por la situación.
-Tranquila. Es sólo que al cerdo le gusta llamar la atención- se puso de pie y pasó sus dedos por el sedoso cabello negro.
-Beka quiere hablar contigo- la pelirroja sentó y agarrando el libro, comenzó a ojearlo -No respondes el teléfono así que...-
-Olvide cargarlo- la interrumpió señalando el celular que estaba a su lado -Estoy aquí, así que no lo necesito-
-Lo encontró-
Sólo esas palabras necesitó para que toda la ira acumulada por una semana despertará.
-¿Dónde?- la pregunta apenas salió de sus apretados labios.
-Hay un bar al que va todas las tardes-
-Bien. Me reuniré con Otabek después de ver a Shura- se inclinó y besó la frente del omega -Volveré más tarde, amor-
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Bajaron del taxi una cuadra antes del lugar indicado. Mila lo acompañaba preocupada por lo que pudiera pasar. El rubio parecía calmado pero eso era solo la fachada, lo conocía lo bastante como para saber que en su interior hervía un odio descontrolado.
