Capítulo 16 |

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No sabía cuánto tiempo llevaba sin abrir los ojos ni tampoco cuándo volvería a hacerlo. La oscuridad era absoluta y su presencia la única que podía percibir, el resto eran meras sensaciones que no llegaba a alcanzar.

Los días se le habían hecho largos a la espera de poder moverse o, simplemente, despertar. Su consciente era un vaivén que iba y venía sin explicación, quería poder controlarlo, pero le era difícil. Era incapaz de mantenerse lúcido más de un par de minutos.

¿Estaba muerto? Era una pregunta que no podía evitar formularse de vez en cuando. Lo único que le mantenía atado a la realidad eran aquellas voces que se arremolinaban a su alrededor cuando estaba despierto. Tenía la sensación de que una camisa de fuerza lo retenía en la inconsciencia, empezaba a temer que esa oscuridad fuera lo único y último que vería en su corta vida.

Una sensación de fortaleza lo abrumó cuando escuchó la brisa y los párpados se le hicieron más ligeros, las manos le hormiguearon y empezó a notar las extremidades.

Venga, vamos... Suplicó Aiden forzando sus articulaciones. Su corazón se saltó un latido al notar cómo el tacto de la superficie en la que estaba tendido y un seguido de descargas eléctricas le recorrieron e hicieron que su sistema nervioso se pusiera en marcha de nuevo. Carecía de fuerzas en esos instantes, pero su voluntad sustituía todo aquello en lo que sus habilidades fallaban; Fue la tenue pero clara luz del lugar lo que activó todas sus terminaciones e hizo que moviera el brazo para cubrirse los ojos. Le escocían las pupilas de tal manera que parecía que hubiera estado mirando fijamente al Sol durante horas, pero hasta él sabía que no era tan estúpido.

Desagradable, esa era la palabra perfecta para describir el olor que inundaba sus fosas nasales.

Paredes de cimiento enmohecido —probablemente por la humedad y falta de higiene—, tablones de madera como suelo, escasos muebles rotos y de aspecto deteriorado, ventanas pequeñas y tapadas con telas sucias, drapos por tierra y unas cuantas velas casi derretidas, ése era el aspecto del lugar en el que se encontraba.

¿Dónde se suponía que estaba? Se sacó la manta que lo cubría y se irguió para tener mejor visibilidad.

Se sintió confuso cuando chocó con unos ojos azules como zafiros que lo miraban sin pestañear para luego desaparecer.

Me estoy volviendo loco. Pensó al ver que estaba solo en la habitación. Aunque, en realidad, no sabía de qué se extrañaba. Debía pasar tarde o temprano.

—Se ha despertado —dijo una voz aniñada.

Oyó unos susurros en el cuarto contiguo, pero estaba tan aturdido que no podía prestar verdadera atención. Los pasos que se acercaban coordinaban con el ritmo presionante al que Aiden se sometía para recordar el por qué estaba en aquel lugar tosco e inmundo. No llevaba más de dos segundos de pie cuando notó que su cuerpo desfallecía.

EXISTENCE: Proyecto MidgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora