La tranquilidad en la que reposaba su habitación se vio entorpecida por unos sonoros murmullos que rezaban maldiciones entre la más profunda oscuridad.
Mael se masajeó la frente con las yemas de los dedos, sintiendo cómo cada centímetro de su piel estaba impregnado por el sudor. El corazón latía desbocado en su pecho e impedía que cogiera suficiente aliento. Tiritaba por el frío, pero su cuerpo ardía con la intensidad del fuego.
La fina manta con la que se suponía que debía resguardarse de las bajas temperaturas apenas conseguía cumplir su cometido. La cama se antojaba pequeña ante su corpulencia, incluso las piernas le colgaban.
Apretó el puño y se mordió la mano hasta hacerla sangrar, el dolor era una de las pocas cosas que conseguía traerle de vuelta a la realidad cuando se encontraba en ese estado de descontrol. Lamió la herida y notó el sabor metálico de la sangre bajar por su paladar.
Las pesadillas se intensificaban sin remedio cada vez que pisaba el Nihil, pero últimamente comenzaban a ser reincidentes día sí día también. El pasado tomaba el papel protagonista de sus sueños cada noche y él, que siempre tenía en su poder el control absoluto de cualquier situación, no podía evitarlo.
Demonio. El apelativo por el que más había sido llamado a lo largo de su vida y la primera palabra que aprendió a distinguir cuando tuvo uso de razón. Así lo llamaba su madre humana y el marido de esta.
Nació la medianoche de un día cualquiera después de más de dieciséis meses de gestación —tardó incluso más que un híbrido promedio—, a pesar de los arduos intentos de su progenitora por abortarlo. Mael era una criatura endemoniada fruto de una violación por parte de un Ancestro, y sus orígenes impuros eran obvios desde su primer minuto de vida. Sus ojos eran rojos como la sangre que su propia madre había derramado durante el parto e inhumanos como los de su ascendiente más directo.
El maltrato fue más básico que la alimentación a lo largo de su infancia; los insultos, golpes y palizas eran tan habituales que creyó llegar a desarrollar cierta dependencia hacia ellos. Si bien se contaban por decenas las veces que intentaron matarle, el contador de éxito siempre estuvo a cero. Su cuerpo era fuerte y resistente, se curaba solo por arte de magia. Ni siquiera las puñaladas más hondas consiguieron matarle. En ocasiones, mientras agonizaba, se preguntaba por qué su cuerpo aguantaba tanto, por qué, simplemente, no le dejaba morir.
Años más tarde, cuando llegaron a Caelum, el Gobierno de la ciudad impuso el saneamiento de esta misma al descubrir que los individuos como él, híbridos, existían, además de una sentencia de muerte a aquellos que gosaran ocultarlos. Fue entonces cuando aquellos que lo habían criado se reunieron con algunos vecinos de confianza y lo llevaron a las afueras de HybernalCity. Lo apalizaron haciendo que cada poro de su piel sangrara, incluso internamente, lo torturaron durante horas disfrutando de cada grito que Mael soltaba, aunque al final de todo apenas tenía fuerzas para hacerlo.
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EXISTENCE: Proyecto Midgard
Ciencia FicciónLa metrópolis de HybernalCity es el núcleo humano más seguro y poderoso construido en los últimos tiempos, pero también el que más tentativas de ataque posee. Lynn, una joven que se rige por sus convicciones, lleva trabajando desde los dieciséis año...