Capítulo 19 | Prohibida Tentación

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Lynn miraba a través de la amplia cristalera de su habitación cómo las nubes oscuras se arremolinaban sobre HybernalCity. La lluvia, lejos de aminorar, se había hecho más intensa con el paso de las horas y, ahora, era acompañada de unos intensos relámpagos cegadores. La ventisca se había acentuado hasta traer consigo un huracán que arrasaba con todo lo que encontraba por las calles, era una visión espantosa.

Los cristales del resto de edificios se veían opacos, como si ocultaran algo aterrador en su interior. Hubiera pensado que era una ciudad fantasma tomada por el apocalipsis de no saber que los ciudadanos se encontraban escondidos en sus respectivos hogares.

Estudió su reflejo, todavía llevaba el pijama de anoche. La camiseta de tirantes color verde lima acentuaba su pequeña cintura, mientras que sus shorts grises creaban el efecto óptico de tener unas piernas interminables. Su cabello negro estaba recogido en un moño deshecho que dejaba caer algunos mechones, enmarcándole el rostro y su piel, que ya era pálida de por sí, careía de color, tal vez la gama cromática huía de sus mejillas desteñidas.

Observó con detenimiento sus ojos. Por primera vez, no se reconoció en ellos. ¿Qué debían ver los demás en sus ojos? ¿Verían más de lo que ella alcanzaba a divisar? En otro momento de su vida hubiera dicho que estaba completa, sin embargo, ahora ni ella misma podía responder a quién era.

Por un instante, deseó preguntarle a su propio reflejo qué era lo que escondían sus ojos, tal vez él lo sabía, porque ella, al menos, no tenía ni idea.

¿Cómo podía ser que, durante años, se hubiera mirado al espejo sin percatarse de que había algo en ella que, simplemente, no estaba ahí? Y, aunque era humana, se sintió deshumanizada. Un cuerpo que albergaba sentimientos y emociones, pero que carecía de recuerdos. Tan sólo Dios sabía lo mucho que la torturaba por las noches el saber que, en algún momento, ella había perdido la consciencia de una gran parte de su vida. A veces se preguntaba si algún día llegaría a saber quién era realmente Lynn Weaver.

Sintió que la sangre se le helaba cuando, entre el paradójico vacío existencial que suponía su cuerpo, encontró una imperfección en la base del cuello, destacaba por su color púrpura con toques carmín. Llevó su mano hasta la pequeña marca y la rozó con la yema de los dedos. Se estudió con detenimiento mientras lo hacía, era de lo poco que la había hecho volver a la realidad en los últimos meses.

Un escalofrío le recorrió la columna, su piel parecía guardar en su memoria las manos de Aiden, mucho mejor que ella misma. Soltó un suspiro y se peinó el cabello con los dedos. Miró por última vez su cama todavía revuelta, había sido incapaz de dormir la noche anterior.

Observó el receptor en su muñeca, tenía varias llamadas perdidas de Jess. Al contrario de lo que Aiden podía pensar, Lynn no había hecho gran cosa desde que el día del ataque, más bien todo lo contrario: Se levantaba, desayunaba e iba a trabajar y, cuando acababa la jornada, volvía a su casa para cenar y dormir. Su vida se había limitado a desear las noches durante las mañanas y martirizarse a lo largo del día.

EXISTENCE: Proyecto MidgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora