°°Trece°°

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-¡Ves! Sabía que no te tenía que dejar cocinar nada

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-¡Ves! Sabía que no te tenía que dejar cocinar nada. Ahora no llegaremos a la universidad.- Dije tirando el intento de café por el fregadero. Por lo menos lo desatascara... ¿No?

- Pero es que parecía fácil...- La voz de Aaron sonó infantil, como cuando tu mamá te regañaba de pequeño cuando hacías algo mal.- Una cosa... ¿Y Frank?

-Ah, si, hay que despertarlo. Voy yo, y tú recoge todo esto.- Miré la cocina, estaba llena de café en polvo y la cafetera estaba quemada.

Entre a mi habitación, las cortinas estaban bajadas, por lo que la única luz que intentaba alumbrar el lugar era la del pasillo. Me acerqué a la cama y aparte las sábanas.

-Ehh... ¡AARON!¡VEN AQUÍ!- Miré todo mi cuarto espantada, no estaba, Frank había desaparecido. Vete a saber que le podía a ver ocurrido.

-¿Qué pasa?

-Frank, que no está.

-¿Cómo que no está?

-Pues eso que no está, que se ha ido, Frank a desaparecido.

-Vale, vale ya lo he pillado... ¿Dónde podría estar?

-Eh... ¿En la azotea?

-Me estas diciendo en serio que había azotea y Yo No lo sabía...- Asentí lentamente con una sonrisa tímida.- Vale, espera que voy a hacer mis necesidades y vamos.- Aaron entró en el cuarto de baño pero no cerró la puerta. No creo que haga falta salir a buscarlo...

-¿Por qué? ¡Ay no, ya lo das por muerto!- Dije con las manos en la cabeza. Hay que admitir que en los momentos de tensión soy muy exagerada.

-No, lo digo porque está dormido en la bañera.

-¿En la bañera?

-Sipi- Dijo mientras asentía, a veces Aaron tenía comportamientos muy infantiles para su edad.

-¡Fraaank! Despieeertaaa...- Dijimos ambos moviendo le un poco.

Frank abrió lentamente los ojos, me miró fijamente y susurró 'Lo siento', se levantó de la bañera dificultosamente, con la cabeza agachada y pasos pesados se dirigió a la salida y se marchó de casa. Le miramos con el ceño funcido y nos acercamos a la cocina para terminar de recoger todo.

-Uf... Ya no llegamos a primera hora y no cre- mi móvil interrumpió a Aaron callándolo de inmediato. Agarré el objeto electrónico entre mis manos y leí la pantalla. ¡Mierda! Esta semana no había llamado a mis padres, ni tampoco había ido a visitarlos. Le di a Aaron con una mirada de disculpa y descolgué el teléfono.

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